Wednesday, April 20, 2011

El Verdadero Valor de Ofrendar

¨No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada. Entonces David compro la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.¨ 2 Samuel 24:24

Además de todas las virtudes que hemos mencionado que tenía el Rey David (mi personaje favorito del Antiguo Testamento), el era también una persona que no tomaba la salida más fácil sino que estaba dispuesto a dar lo mejor para su Dios aún si eso significaba salir de su comodidad. David lo hacía porque lo amaba de todo corazón y por eso siempre soñó con edificarle un Templo a Dios. Su petición fue negada ya que Dios le dijo que él había sido un hombre sanguinario pero que su hijo Salomon sería el indicado porque el gozaría de un reino de paz. David se esforzó en dejarle todos los planos hechos para su hijo y en conseguir los materiales sabiendo que la casa de Dios debía ser hecha con esplendor para que refleje su gloria. Cuando David estaba llegado a sus últimos años de vida él volvió a pecar ante Dios al decidir censar al pueblo cuando Él no se lo había pedido. Nuevamente el arrepentimiento de David es inmediato pero la consecuencia de su pecado trae muerte en Israel. El profeta, Gad, le dice a David que para detener la mortandad era necesario ofrecerle un sacrificio de paz a Jehová. David inmediatamente accede a la petición del profeta y habla con Arauna para comprarle la propiedad para así ofrecerle los holocaustos de paz. Arauna le ofrece regalar su propiedad, pero el Rey se niega ya que quiere darle a Dios lo mejor y no algo que no le cueste nada. David compro el terreno por el precio justo, ofreció el sacrificio de paz, y la mortandad en Israel se detuvo.

La actitud del Rey demuestra una vez más porque tenía un corazón conforme a Dios. David le ofrece lo mejor a Dios, no quiere darle algo regalado, sino algo que tenga un costo para él. Nosotros muchas veces cuando le ofrendamos a Dios le damos de lo que nos sobra, pero nos cuesta ofrendarle cuando estamos con el presupuesto justo. La actitud de David me hizo acordar del ejemplo que Jesús uso para con sus discípulos cuando vio a la viuda dar una pequeña limosna en el Templo, mientras que los fariseos ricos daban grandes cantidades de dinero. Cuando Jesús vio la actitud de ambos grupos les dijo a sus discípulos que la viuda dio mucho más que cualquiera de los fariseos, porque ella dio todo lo que tenía. Dios no mide cantidades, sino las actitudes de nuestro corazón. El quiere que le demos lo mejor porque desea lo mejor para nosotros. David compro el terreno cuando lo pudo haber obtenido gratis porque quería darle a Dios algo de valor. Cuando servimos a Dios debemos buscar siempre hacerlo con todas nuestras fuerzas, dar con un corazón alegre, y saber que Dios siempre está mirando nuestros corazones. No podemos engañar a Dios, Él sabe cuáles son nuestras verdaderas intenciones así que busquemos servirle y entregarle siempre todo de una manera sincera y transparente. Dios busca calidad y no cantidad cuando se trata del servicio y ofrendas.

Esto me llevó a preguntarme si realmente cuando voy a ofrendarle a Dios de mi dinero o de mi tiempo si lo estoy haciendo con una actitud correcta. ¿Le estoy dando a Dios lo mejor? ¿Estoy ofrendando con un corazón alegre? Cuanto he podido aprender de la vida de David y de su pasión por el Señor. David le entrego a Dios siempre lo mejor porque conocía de primera mano la magnificencia de Su gloria y poder. Dios había librado a David de sus enemigos, lo había librado de sus pecados, y por eso David se mostro eternamente agradecido con un corazón completamente entregado y dedicado a Dios. Como darle a Dios de mis sobras cuando Él se merece todo mí servicio, todo mi tiempo, y todo mi corazón. Mi oración para este día es que Dios me dé un corazón agradecido como el de David, que supo ver más allá de sus problemas y poner toda su confianza y todas sus fuerzas en Dios. ¿Cómo podre ofrecerlo yo a Dios algo que no me cueste nada? Él es digno de todo y a Él quiero dedicarle el resto de mis días porque Dios es el único que me ha sostenido en medio de la aflicción y llenado de paz. Él es mi roca y mi sustentador, en Él estoy completamente seguro y sé que nada me podrá alejar de su amor.

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