¨Jehová liberta a los cautivos; Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos. Jehová guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda sostiene.¨ Salmos 146:7-9
Después de un largo recorrido por los Salmos hemos llegado a los últimos cinco capítulos del libro. Estos últimos salmos terminan con una nota de gratitud del salmista hacia Dios por todas sus bondades. Nos hace un llamado a todos a recordar siempre las grandezas de Dios y alabarlo por lo que Él ha hecho en nuestras vidas. Hemos visto diferentes tipos de salmos, de los cuales muchos se enfocaban en oraciones y suplicas de liberación cuando el salmista se encontraba en angustia, pero estos cinco capítulos finales todos tienen una cosa en común: son un llamado a toda la creación a que alabemos a Dios por su magnificencia. Dejando de lado nuestros problemas personales o diferentes situaciones, el salmista quiere que todos nos unamos para darle la gloria y honra a Dios que El se merece. Los cinco salmos todos comienzan con el mandato de alabar o cantar a Dios y todos terminan con la exclamación de aleluya. No ha sido casualidad que estos últimos salmos sean dedicados exclusivamente a alabar a Dios ya que el gran propósito por el cual fuimos creados ha sido siempre el de alabar a Dios con todo nuestro ser. Estos salmos son un recordatorio mas de las diferentes formas en las que podemos darle la gloria y honra a Dios. Sin importar como nos sintamos, siempre podemos encontrar una razón para alabarlo a Él y darle gracias por lo que ha hecho en nuestras vidas. Tenemos más razones para estar agradecidos con Él de las que tenemos para estar suplicando o clamando por alguna dificultad que se nos presenta. Demos la honra debida a nuestro Creador y alabémosle con todo nuestro ser.
El salmo 146 es un llamado para alabar a Dios con toda nuestra alma: ¨Alaba, oh alma mía, a Jehová. Alabaré a Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva.¨ (146:1-2). Nuestra razón de vivir debe ser solo para alabarlo a Él y darle gracias por todo lo que hemos recibido de su mano. Sus misericordias son infinitas para con nosotros, y Él nos ha librado de todo mal. Dios es el único que nos da esperanza en medio de la aflicción y nos levanta cuando hemos caído. Su mano siempre ha estado dispuesta a sostenernos en todo tiempo y por lo tanto le debemos nuestra vida en completa obediencia a Él. Es lo menos que podemos hacer por alguien que ha entregado tanto por nosotros. Dios es el que nos libra de todas nuestras prisiones, el que nos sana de nuestras enfermedades, el que nos levanta cuando estamos caídos, el que pelea las batallas por nosotros cuando el enemigo es más fuerte, y el que nos defiende de toda injusticia y maltrato que hemos recibido en esta sociedad. Por eso y mucho más Dios es digno de nuestra alabanza. En el salmo 147 vemos como el Dios todopoderoso creador de cielo y tierra se complace en nuestra obediencia sobre todas las cosas. Dios ha escogido a su pueblo Israel, y a su ciudad Jerusalén para darles paz y prosperarlos: ¨El da en tu territorio la paz; te hará saciar con lo mejor del trigo.¨ (147:14). Si Dios nos ha dado tanto entonces ¿por qué no le podemos dar nuestra obediencia y alabanza a Él que es digno de recibirla?
En el salmo 148 el llamado a alabar a Dios ya se hace universal; los hombres no son los únicos que tienen que alabar a Dios sino que toda su creación es llamada a alabar y exaltar el nombre de Dios. Dios es digno de recibir la alabanza de toda su creación y nosotros no somos excepto a ello; debemos de buscar alabarlo no solo de palabra sino con nuestros hechos. Los animales alaban a Dios simplemente al cumplir con el propósito por el cual fueron creados; nosotros también debemos buscar alabarlo siguiendo su voluntad para nuestras vidas. En el salmo 149 todos son exhortados a alabar a Dios con sus bocas e instrumentos. Podemos alabar a Dios mediante la música y danzar alegres en Su presencia por más loco que parezca el concepto. Dios es el que transforma nuestras tristezas en gozo y cuanto mejor lo comenzamos a conocer, con más razón buscamos alabarlo y danzar con corazones alegres. Finalmente en el salmo 150 podemos ver los diferentes instrumentos y variedades musicales con los cuales podemos alabar y glorificar el nombre de Dios. El ultimo versículo encierra el concepto de todos los salmos: ¨Todo lo que respira alabé a Jehová, Aleluya.¨ (150:6). Fuimos creados con un propósito: glorificar a Dios. Fuimos creados a semejanza e imagen de Dios para reflejar su gloria. Alabemos a Dios en todo tiempo, sin importar las circunstancias que nos rodean; busquémosle y obedezcámosle con un corazón agradecido y dispuesto a adorarlo en todo tiempo.
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