¨Mas Él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro. Mis pies han seguido sus pisadas; guardé su camino, y no me aparté.¨ Job 23:10-11
Job había refutado la sabiduría de sus amigos en dos ocasiones, pero todos sabemos que no hay dos sin tres. Ellos aún estaban convencidos de que Job estaba afligido debido a su pecado. Querían que él confesara su maldad y busque la misericordia de Dios. Job les seguía declarando su inocencia y sabía que sus amigos iban a quedar en ridículo cuando Dios se levantara y defendiera su causa. Ellos hablaban como si hubiesen recibido palabra de Dios para Job, pero él sabía que eran solo palabras vanas. Muchas veces nosotros también creemos que Dios está hablando a través nuestro y aconsejamos mal a nuestros amigos porque realmente nos estamos apoyando en nuestra propia sabiduría y no en la revelación de Dios. Esto fue lo que sucedió con Elifaz, Bildad, y Zofar ya que estaban hablando según su propio razonamiento y Dios no tenía realmente nada que ver con lo que ellos creían era una certeza. Elifaz comienza nuevamente su ataque (el cual había comenzado como un consejo) hacia Job y le dice: ¨por cierto tu malicia es grande, y tus maldades no tienen fin.¨ (22:5). Elifaz no tenía ya argumentos para convencer a Job de su pecado pero en medio de su frustración lo ataca para que haga lo que él cree que es necesario: se arrepienta delante de Dios para ser restaurado. Es en este momento que Job le responde y lo silencia completamente a su amigo. Job le dice que Dios conoce su camino, que solo está atravesando una prueba y que pronto saldrá adelante refinado como el oro. Job sabía que muchas veces las mejores cosas llegan en medio de aflicciones y pruebas, así como el oro es refinado en el fuego.
Una vez que Elifaz fue silenciado y dejado en knock out por Job le llego el turno a Bildad. El debate continuaba pero ya se acercaba su fin porque los amigos de Job se estaban quedando sin argumentos para enfrentarlo. Bildad comienza su ataque diciéndole a Job que el hombre nunca puede ser justificado delante de Dios: ¨ ¿Cómo pues se justificará el hombre para con Dios?¨ (25:4). Bildad estaba diciendo una verdad y Job estaba de acuerdo con él. Job no se estaba justificando delante de Dios sino que simplemente se estaba justificando delante de sus amigos. Job no estaba atravesando aflicción por haber pecado. El era inocente. Sus amigos no podían concebir que alguien padeciera aflicción sin causa, pero Job les señala como el oro, un material puro, es purificado aún más después de que pasa por el fuego. Job sabía que era necesario atravesar pruebas para poder crecer y aprender a depender más de Dios. Nuestra sabiduría no se compara con la de Dios y por más que intentemos comprenderlo nunca lo vamos a lograr con nuestra mente humana. La aflicción no llega simplemente porque Dios está castigando a los impíos sino que a veces llega para refinarnos y ayudarnos a madurar espiritualmente. Esto es lo que Job le trata de hacer entender a sus amigos. Les dice que ¨mis labios no hablarán iniquidad, ni mi lengua pronunciará engaño…Mi justicia tengo asida y no la cederé.¨ (27:4,6).
Con Elifaz y Bildad ya derrotados tras los tres largos debates con Job ahora le llegaba el turno a Zofar. Zofar fue quizá el más sabio de todos ya que decidió permanecer callado esta vez y ni siquiera agregar nada más a lo que sus amigos habían dicho. Sabía que no iba a poder convencer a Job y no le quedo otra que guardar silencio. Aún así Job les continúa hablando a sus amigos y les recuerda que la sabiduría realmente proviene de Dios. Podemos tener un gran léxico y mucho conocimiento pero si no tenemos a Dios las palabras terminan siendo vanas e inútiles. ¨Mas, ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce su valor el hombre.¨ (28:12). Muchas veces corremos tras la prosperidad material, pero no buscamos la sabiduría. Esta solo proviene de Dios: ¨He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia.¨ (28:28). Job sabía que la sabiduría provenía en guardar el temor hacia Dios y apartarse de la maldad. El sabía que sus caminos habían sido rectos delante de Dios, él había guardado temor y reverencia hacia Dios, se había apartado del mal y por lo tanto había encontrado la sabiduría divina con la cual pudo refutar todos los razonamientos que sus amigos presentaban elocuentemente delante de él. Job no entendía su aflicción pero estaba convencido de que no provenía debido a un castigo de Dios por su conducta. Cuidémonos nosotros cuando tengamos que confrontar a nuestros amigos que lo estemos haciendo con la sabiduría de Dios en nuestros labios y no con nuestras propias bocas. Es fácil decir que estamos hablando de parte de Dios y compartiendo nuestro conocimiento de la Biblia, pero no nos dejemos llevar por nuestras creencias como lo hicieron los amigos de Job sino que dejemos que Dios nos revele lo que quiera hablar.
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