¨La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel.¨ Números 14:7-8
El momento de dar el paso de fe y entrar a la tierra prometida estaba a punto de llegar para el pueblo hebreo. Los israelitas estaban a la puerta de la tierra donde fluía leche y miel, pero primero Dios le manda a Moisés que escoja doce espías para que entren e inspeccionen la tierra. Los doce espías regresaron de su misión con un mensaje nada alentador. Reconocieron que la tierra era muy fértil y extremadamente buena, pero también vieron que el enemigo era demasiado numeroso, grande, y fuerte. Era imposible que pudieran poseer la tierra contra esos gigantes. La gente se desanimo rápidamente y nuevamente comenzaron a soñar con regresar a la esclavitud en Egipto. Anhelaban esos días en los cuales eran esclavos en Egipto y se habían olvidado de todas las peripecias que habían pasado ahí. Muchas veces cuando miramos el pasado nos olvidamos de las cosas malas y solo nos enfocamos en lo bueno. El mirar hacia el pasado nunca nos va a ayudar seguir adelante porque distorsionamos el pasado haciéndolo ver como algo bueno y dejamos a un lado todo lo que nos estaba deteniendo para ser verdaderamente libres. Los hebreos estaban a un paso de poseer una tierra sumamente rica, pero por enfocarse en su pasado y por temor de enfrentar a los gigantes preferían volver a Egipto y vivir como esclavos. Muchas veces el temor a enfrentar un nuevo objetivo nos hace mirar el pasado y desear habernos quedado ahí en ese lugar, en vez de aceptar los desafíos y enfrentar un futuro mejor. No nos concentremos en el pasado sino enfoquémonos en Dios que es el único que nos ayuda a conquistar las promesas que nos ha dado.
No todos los espías regresaron con noticias desalentadoras. Habían dos espías que sabían en quien estaba puesta su confianza y recordaban al Dios poderoso que los había librado de los egipcios, los había hecho cruzar el Mar Rojo, les daba alimento todos los días en el desierto, y los sostenía en todo tiempo. Este Dios que había demostrado vez tras vez su poder y mano milagroso no los iba a dejar morir en el desierto. Dios les había prometido darles la tierra prometida y hasta el momento siempre había demostrado estar con Su pueblo por lo tanto Josué y Caleb creyeron que Dios les iba a entregar esa tierra y no tuvieron temor de los gigantes. Sin embargo solo dos de los doce espías regresaron con esta mentalidad, y la mayoría desalentó al resto del pueblo. La realidad era que los israelitas nunca iban a poder entrar a la tierra prometida por si solos. Los diez espías tenían razón, eran mucho más débiles que el enemigo, pero Josué y Caleb no fueron a espiar con una mentalidad humana, sino que fueron con los ojos espirituales abiertos y sabían que si Dios estaba con ellos entonces nada ni nadie les podía detener. Las palabras de Josué hacia el pueblo fueron ¨si Dios está con nosotros entonces nos los comeremos como pan.¨ Josué era un gran hombre de fe que había visto la mano poderosa de Dios y sabía que el enemigo era pan comido. Josué y Caleb tenían otra mentalidad porque su confianza y su fe estaban puestas en Dios y confiaban en sus promesas.
Me resulta interesante ver como los hebreos recordaban su pasado en Egipto. Cualquiera se hubiese imaginado que vivían como reyes ya que hablaban maravillas de esa tierra. Su mirada estaba puesta en un pasado distorsionado porque en realidad vivían como esclavos en esa tierra y clamaban para que Dios los libre. Sin embargo al mirar hacia el pasado, no recordaban los milagros que Dios hizo para librarlos de los egipcios, ni recordaban como Dios abrió el Mar Rojo para que crucen en seco, ni como Dios hacía brotar ríos de agua en medio del desierto, ni como les proveía de Mana en el desierto para comer. ¿Cómo podían mirar hacia el pasado sin recordar todos esos grandes milagros de Dios? ¿No podría ese mismo Dios entregarles la tierra que les había jurado dar? La incredulidad de los israelitas y su mirada puesta en un pasado distorsionado no les permitió poseer la tierra prometida. Los únicos que iban a entrar a Canaán serian Josué y Caleb con la próxima generación hebrea ya que la incredulidad del resto resultaría en un alto costo: vagar 40 años en el desierto. La incredulidad en nuestras vidas puede resultar en no alcanzar las grandes promesas que Dios nos ha dado. Tengamos cuidado con poner nuestra mirada en el pasado y anhelar cosas pasadas cuando Dios tiene cosas mejores para nuestro futuro. Pongamos nuestra confianza en Dios y creamos en sus promesas porque Él es fiel y cumple lo que promete.
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