¨Ponga Jehová, Dios de los espíritus de toda carne, un varón sobre la congregación, que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor.¨ Números 27:16-17
El largo liderazgo de parte de Moisés estaba llegando a su fin. Moisés había demostrado ser un gran líder, atento a las necesidades de su pueblo y sumamente paciente ya que el pueblo le dio más de un dolor de cabeza con sus constantes quejas. ¿Quién se hubiese imaginado que ese hombre que había huido de Egipto por temor se convertiría luego en el gran líder y libertador de los Israelitas? Seguía siendo ese mismo hombre que una vez había visto la zarza ardiendo que no se consumía y tenía temor de liderar a su gente porque no sabía hablar, pero ahora ya había madurado y crecido a través de las pruebas. Moisés se dejo usar por Dios y logro grandes cosas aunque nunca se creía capaz de alcanzarlas. Dios hizo todos los milagros a través de Moisés. Moisés no tenía que hacer nada, solo escuchar la voz de Dios y obedecerlo y fue exactamente lo que hizo. La fe de Moisés hizo que su relación con Dios crezca de tal manera que Moisés se termino convirtiendo en la voz de Dios para el pueblo. Fue el intermediador entre Dios y su gente ya que cuando el pueblo caía en pecado, Moisés era el que se interponía entre ellos y Dios buscando el perdón para su pueblo. Moisés tuvo que aguantar a los hebreos por 40 años en el desierto y demostró siempre ser un gran líder que buscaba lo mejor para su gente. Ahora cuando ya le estaba por llegar la hora de partir la preocupación de Moisés era evidente. Su gente iba a necesitar un nuevo líder que pudiera ayudarlos a conquistar la tierra que Dios les había prometido.
Moisés sabía que Dios podía levantar un gran líder para su pueblo porque sabía que Dios había hecho lo mismo con él. Moisés no tenía las grandes cualidades que la gente busca generalmente en un líder. Moisés era tartamudo. La única razón por la cual Moisés pudo convertirse en un líder es porque la mano de Dios estaba sobre él. Por lo tanto Moisés no quería dejar a su pueblo bajo el mando de cualquier persona. No quería buscar un líder con grandes cualidades, sino que quería asegurarse que Dios escogiera a la persona indicada. Dios no mira como miramos los hombres. El mira el corazón y busca gente que lo tema y busque. Moisés tenía un gran temor de Dios, una relación increíble con él y sabia que el próximo líder de Israel debía ser alguien que podía tener ese mismo acceso y comunión con Dios. Moisés no estaba preocupado por su propia vida, sino que estaba interesado en su gente y asegurarse que lleguen a la tierra prometida. Moisés nunca llego a entrar a esa tierra porque cometió pecado ante Dios y este le prohibió entrar a la tierra prometida, pero una recompensa más grande le esperaba a Moisés tras su muerte. Moisés sabia que él iba a estar en excelentes manos, pero su preocupación estaba puesta en el resto de la gente y asegurarse que puedan encontrar a alguien que los lidere a la tierra que Dios les había prometido.
El hombre que Dios había escogido para ser el sucesor de Moisés era Josué, uno de los dos espías que creyó que Dios los ayudaría a derrotar a los gigantes y poseer la tierra. Josué tenía su mirada puesta en Dios y sabía que con él podía alcanzar todas las promesas. Josué y Caleb fueron los únicos que creyeron y por lo tanto fueron los únicos sobrevivientes de la generación que finalmente lograría poseer la tierra prometida de Canaán. Quizá Josué no tenía las cualidades para ser un gran líder. Nadie lo escucho cuando regreso de espiar la tierra a pesar de sus palabras de fe y de conquista. Pero Dios había visto el corazón y la valentía de Josué y sabía que una persona como él se podía dejar moldear para convertirse en el líder que su gente necesitaba. Quizá muchos de nosotros no nos consideremos como personas importantes o con grandes talentos, pero Dios ve un potencial en cada uno de nosotros. Dios quiere hacer grandes cosas en nuestra vida, pero requiere de nuestra fe y de nuestra voluntad de entregarle nuestras vidas y talentos en sus manos y dejarnos moldear por Él. Moisés se dejo usar y Dios hizo grandes cosas con él, ahora le tocaba el turno a Josué. Moisés se aseguro de dejar a su pueblo en buenas manos. Su misión se había cumplido y su recompensa lo estaría esperando muy pronto. A Israel lo esperaba una nueva misión de conquista con un nuevo líder, pero con el mismo Dios que había estado con ellos durante todos estos años.
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