¨Por tanto yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás.¨ Job 42: 3-4
Eliú le dijo muchas verdades a Job, pero este aún se mantuvo callado decidido solo a escuchar a Dios. Job tenía tantas preguntas para hacerle; no entendía como pudo haber permitido que pase por tanta aflicción. Job quería una cita con Dios, y Él se lo iba a conceder. Cuando finalmente llegamos al capítulo 38 de Job y después de leer tantas idas y vueltas entre Job y sus amigos, Dios finalmente habla y confronta a Job con una verdad. ¨Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré y tú me contestarás. ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber si tienes inteligencia.¨ (38:3-4). Las palabras de Dios hacia Job fueron fuertes ya que Job estaba recibiendo lo que había pedido. Querías confrontarme y preguntarme por qué permití que te sucedan todas estas aflicciones, bueno primero dime dónde estabas cuando yo creaba el mundo y ordenaba la tierra. Dios le muestra su grandeza a Job y la insignificancia de los hombres. No podemos ni compararnos ante la majestuosidad de Dios. Esto es lo que Eliú le venía diciendo a su amigo cuando le hablo sobre las maravillas y grandeza de Dios. Eliú a pesar de ser más joven fue más sabio que el resto de los amigos aunque tampoco supo consolar a Job. Dios fue el único que pudo consolarlo cuando lo hizo entender que sus propósitos son más grandes que los nuestros. Cuando llegamos a comprender Su grandeza y cuan pequeños somos realmente nos damos cuenta que es necesario confiar en Dios y esperar en Él. Dios quiere darnos lo mejor y por lo tanto debemos permanecer confiados aún en medio de la aflicción. Si hay una lección que podemos sacar de la vida de Job es que no busquemos preguntarle a Dios por qué permitió la aflicción sino dejarlo que Él cumpla su voluntad en nuestras vidas y nos moldee.
¨ ¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio al espíritu inteligencia?¨ (38:36). Dios le continua demostrando su grandeza y poder a Job para que aprenda a confiar y depender de Él aun en medio de los problemas. Dios hizo todas las cosas perfectas y tiene el control de toda la creación. Por más grandes que nos sintamos, no somos nada cuando nos contemplamos ante los ojos de toda la creación. Si Dios puede mantener el balance de todo el universo, como no va a tener el control de nuestras vidas. Muchas veces tenemos una visión demasiado corta y no entendemos esta grandeza de Dios; debemos dejar que el obre y cumpla su voluntad en Sus tiempos. Nuestros problemas no son nada en manos de nuestro Dios todopoderoso. Dios le recuerda a Job que no es sabio contender con Él. Mejor es dejar nuestros problemas y angustias en las manos de Dios y dejar que Él resuelva nuestros problemas. Job finalmente reconoce que nunca podría defenderse ante la justicia de Dios: ¨He aquí yo soy vil; ¿Qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.¨ (40:4). A veces lo mejor es callar y no quejarnos de las cosas que nos suceden sino simplemente confiar. Job aprendió esta importante lección y en medio de su aflicción pudo crecer. Su relación con Dios también se fortaleció en medio de las pruebas así como el oro se refina en el fuego. Job mismo le confiesa a Dios que ¨de oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco y me arrepiento en polvo y ceniza.¨ (42: 5-6). Dios permitió que la prueba de Job le sirviera para crecer espiritualmente.
Antes de que se termine la historia de Job Dios manda a sus tres amigos a que vayan a ofrecer sacrificios a Él por haber pecado y no hablar rectamente sobre Él delante de Job. Dios reprocha la actitud y las vanas palabras de los tres ya que a pesar de hablar en el nombre de Dios, Él nunca les había revelado nada. Eliú no está incluido en esta lista porque realmente le hablo a Job sobre la grandeza de Dios y como no podemos compararnos con Él. Su justicia es mayor que la nuestra. Una vez que Job oro por sus amigos y los perdono Job fue libre y su aflicción le fue quitada. Dios toco la salud de Job y lo restauro, pero primero tuvo que perdonar y orar por sus amigos. Job no solo recibió salud de parte de Dios sino que también le fueron restauradas todas las cosas que había perdido y encima recibió mucho más: ¨Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero.¨ (42:12). La mano de Dios estuvo con Job porque él se mantuvo fiel y nunca negó su fe a pesar de que tuvo sus momentos donde se quejo y reprocho a Dios por haberse alejado de él. Habrá ocasiones en que tengamos que enfrentar dolores o aflicciones y quizá no sintamos la mano de Dios cerca, pero tengamos la certeza de que Dios nos va a levantar y restaurar porque Él está en control de nuestras vidas. Confiemos en Dios con todo nuestro corazón y no permitamos que las circunstancias y emociones pasajeras manejen nuestras vidas.