Wednesday, September 9, 2015

El Abrazo del Padre


“Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios, pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre!»” Romanos 8:14-15

A pesar de que recibimos el consuelo de Dios cuando perdemos a un ser querido y sabemos de que ha pasado a una mejor vida con Jesus, igual experimentamos mucho dolor sabiendo que ya no podremos conversar o sentir el abrazo de esa persona. En mi caso la perdida fue la de mi padre, la persona con la que pase la mayor parte d mi tiempo los últimos cinco años ayudándolo en su rehabilitación. Pude trabajar desde casa así que pasamos mucho tiempo juntos compartiendo en sus terapias físicas, mirando television, y saliendo a pasear. Muchos se preocuparon por mí cuando se enteraron que mi papa había fallecido ya que sabían que era la persona con la que yo mas había compartido en los últimos años. Fueron 5 años en donde pude compartir mucho tiempo con él, conociéndolo mejor que nunca, y disfrutando de su compañía para mirar television, hacer terapias en la piscina, salir al cine, o compartir parrilladas juntos. Fueron cinco años donde pude tener una relación más intima y personal con él y siempre le estaré agradecido a Dios por esos cinco años más que le permitió vivir entre nosotros después de su primer infarto cerebral. Siempre había disfrutado de una buena relación con él pero debido a que siempre estábamos los dos ocupados tampoco llegamos a compartir tanto tiempo juntos como lo hicimos durante los últimos años. Nuestra relación se terminó fortaleciendo mucho más ya que aprendimos a disfrutar nuestro tiempo juntos. Pude exprimirlo durante este tiempo y aprender mucho acerca de su fortaleza y fe. Obviamente debido a que pasamos tanto tiempo juntos su presencia se hace extrañar mucho más ahora, especialmente durante esas actividades que solíamos compartir juntos y ahora ya no lo podemos hacer, pero Dios ha sido bueno y me ha inundado con su amor y consuelo.

Durante este tiempo de dolor y duelo, Dios me ha llevado a disfrutar de una nueva relación con Él. Así como mi relación con mi padre se fortaleció cuando pudimos compartir más tiempo juntos, Dios también quiere disfrutar de una relación intima con sus hijos. El desafío que me ha dado es enseñarme a confiar en Él y dedicarle más tiempo para poder disfrutar de una relación de padre e hijo con Él. Esto requiere que pasemos tiempo en intimidad con Dios, compartiendo tiempo en Su Palabra y en oración aprendiendo a confiar en Sus promesas y en Sus tiempos. Pablo nos recuerda en su carta a los Romanos de que somos llamados hijos de Dios y debido a ello debemos aprender a relacionarnos con Él como nuestro padre. Dios es ese padre que jamas nos va a abandonar y que siempre va a estar a nuestro lado para abrazarnos y animarnos a seguir adelante. El nunca nos falla y nos disciplina porque nos ama y quiere lo mejor para nosotros. El problema es que muchas veces no le permitimos a Dios acercarse a nosotros para disfrutar una relación de padre e hijo. Aveces estamos tan ocupados o pendientes de nuestras tareas aquí en la tierra que no nos detenemos a conversar con nuestro Padre y simplemente abrazarlo y agradecerle por el nuevo día que nos ha dado. Yo jamas hubiera podido disfrutar una relación tan intima con mi papa si no fuera por los últimos cinco años donde pude compartir más tiempo con él, y nuestra relación con Dios es igual: para poder conocerlo mejor es necesario pasar más tiempo en intimidad con Él y disfrutar ese tiempo en ves de verlo como una carga. Dios nos ama tanto que quiere que disfrutemos de nuestra relación con Él como un hijo con su padre, pero muchas veces estamos tan ocupados que no permitimos que esa relación sea una realidad en nuestras vidas. El desafío que Dios me ha dado en este tiempo es poder pasar más tiempo con Él y llegar a disfrutar de Su amor paternal, y Él quiere hacer lo mismo con cada uno de nosotros. 

   

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