Wednesday, September 2, 2015

Recibiendo una Corona Incorruptible

“Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mi, sino también a todos los que aman su venida.” 1 Corintios 9:25

Unos años después de haber sufrido un infarto cerebral, mi padre fue homenajeado por el canal de television donde trabajó por muchos años como presentador de noticias. A pesar de que los medicos le habían dado un pronostico bastante desalentador, él pudo rehabilitarse y con la ayuda de un bastón caminar dejando así su silla de ruedas. Esa mañana que estuvo invitado al canal, le pusieron una alfombra roja desde el pasillo hasta el estudio con todos sus compañeros de trabajo a los lados recibiéndolo con aplausos y alentándolo a seguir marchando. No me voy a olvidar la cara de emoción que tenía cuando doblo la primera esquina y vio a tantos amigos queridos esperándolo. Después de varios minutos llego al estudio muy emocionado y sonriente. Allí sus compañeros le rindieron un homenaje por sus años de servicio en el canal y por los grandes avances que venía demostrando en su rehabilitación. Nunca me voy a olvidar de esa gran sorpresa que recibió ese día y de la cara que puso al ver tanto cariño en reconocimiento por su labor. Dios me volvió a recordar esa misma imagen un par de años después cuando estaba en el velorio despidiéndolo, y me llevó a pensar cuanto más emocionado estaría mi padre ahora recibiendo las coronas prometidas por Dios en reconocimiento a su labor en esta tierra. Ese fue tan solo uno de los muchos recuerdos reconfortantes que el Señor me dio en ese día, pero quizá el que me llenó de más paz y satisfacción sabiendo que la corona que estaba recibiendo en los cielos era una incorruptible y eterna.    

Decenas de personas se acercaron durante ese día a contar como mi papa salvo sus matrimonios gracias a sus consejos, o que él los había bautizado, o que fue el que les compartió del amor de Jesus. Cientos de personas dejaron mensajes similares en las redes sociales. Fue hermoso ver como Dios lo había usado para ministrar tantas vidas y consolidar tantas familias. Definitivamente las semillas que él había plantado estaban dando sus frutos. El Señor promete en Su Palabra que nuestro labor será recompensado. Colosenses 3:23,24 dice “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor.” Si mi padre fue reconocido en vida por su labor periodística en tan lindo homenaje, cuanto más en los cielos por toda su labor como pastor y evangelizador. Pablo escribió en su carta a los Corintios que los cristianos recibirían una corona incorruptible por causa del evangelio. En 2 Timoteo 4:8 también nos recordó que, “Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” El propio Santiago también se refiere a una corona cuando habla sobre vencer las pruebas: “Bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman.” E inclusive Pedro lo menciona en su carta: “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” Estas coronas nos han sido prometidas a los que con paciencia corremos la carrera y servimos al Señor. Estas promesas fueron simplemente una de las muchas maneras en que sentí el consuelo y abrazo de Dios en ese día tan difícil. Y una vez más me vino a la mente esa imagen de él sonriendo y recibiendo sus coronas sabiendo que su labor y sacrificios no fueron en vano.  


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