¨Porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.¨ 1 Samuel 2:30
Hemos visto varios casos en la Biblia donde Dios ha obrado milagrosamente con mujeres estériles que terminan quedando embarazadas. Ana conocía estas historias muy bien y su anhelo era poder tener un hijo. Su esposo, Elcana, la amaba mucho pero esto no era suficiente para Ana ya que la otra mujer de Elcana tenía varios hijos y se burlaba de ella porque no podía darle descendencia a su marido. Un día Ana subió con Elcana al templo a adorar a Dios, y ella clamó por un milagro en su vida. Dice la Biblia que ella estaba tan angustiada que el profeta Elí creía que Ana estaba ebria. Cuando Elí se acerco a decirle que se retire vio que Ana realmente estaba clamando a Dios con toda su alma. ¨He derramado mi alma delante de Jehová, ¨ le dice Ana al sacerdote. Ella estaba tan afligida que ni comía ni bebía. Fue ahí donde Elí comprendió la gran necesidad que tenía Ana y decide bendecirla. Elí le dice que va a tener un hijo y Ana es llenada de paz y felicidad de un momento a otro. Ana tenía una gran fe porque ni bien el profeta exclamó esas palabras ella se fue tranquila a casa a comer. La angustia había pasado porque sabía que el profeta había hablado por orden de Dios. Si bien todavía no había concebido ya en su mente sabía que iba a tener un hijo porque el profeta le había transmitido esa paz. Lo primero que hace Ana cuando llega a casa es adorar a Dios y agradecerle por el milagro que iba a hacer. Ana decide dedicarle su hijo a Dios y cumple su promesa ya que cuando finalmente nace Samuel, lo dedica al servicio de Dios y se lo entrega a Elí después de destetarlo.
Podríamos aprender muchas lecciones de la vida de Ana y sobre la actitud que tomo. Primero que nada ella clamó con todo su corazón por un milagro de Dios. Ella sabía que Dios le podía dar un hijo, por lo cual clamo con toda su alma. Dios escucha nuestro clamor, y en este caso uso a Elí para darle una respuesta a su oración. Ni bien recibió la respuesta, Ana se fue a su casa feliz a agradecerle a Dios por lo que había hecho. Que importante es adorar a Dios aun antes de que veamos el milagro cumplido en nuestra vida. Ana creyó a la promesa ni bien la recibió y tuvo la actitud correcta de adorar al dador de milagros. Ahora lo otro que hace Ana, que se diferencia al resto de las mujeres estériles cuyas oraciones fueron contestadas es que ella decide entregarle su hijo a Dios. Ana pidió tanto tiempo por un hijo y cuando Dios se lo da ella lo pone al servicio de Dios cumpliendo así el pacto que había realizado con Dios. Quizá para muchas otras personas esto fue una locura, pero Dios honra a los que le honran. Samuel crece en el Templo sirviendo junto a Elí, pero Ana es recompensada por su acción ya que Dios le concede tener varios hijos más. Cuando Dios ve que somos fieles en lo poco y cumplimos con nuestra parte del pacto, Él nos da mucho más de lo que podemos esperar o anhelar. Ana recibió más de lo que pidió y por su fe las futuras generaciones de Israel serían bendecidas a través de la vida de Samuel que se convirtió en un gran profeta y el último juez de la nación.
Cuantas lecciones podemos aprender de esta historia y de la fe de Ana, pero también hay otra parte de la historia un poco más oscura. Las cosas en el Templo no estaban marchando del todo bien ya que los hijos del Sacerdote Elí se habían corrompido y robaban de las ofrendas de los israelitas. En el primer versículo del capítulo tres se nos dice que ¨la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.¨ Eran tiempos oscuros para Israel, a pesar de que Elí era un buen sacerdote dedicado al Servicio de Dios. Si bien era un buen ministro, había descuidado un aspecto importante: a su familia. Dios exige que seamos buenos padres y no solo ministros. No podemos descuidar una de las dos áreas en nuestra vida ya que Dios exige que corrijamos a nuestros hijos y los conduzcamos por el camino recto. Fue en esta área que Elí fue infiel y debido a eso perdió la bendición de Dios. Dios llama a Samuel a ser el futuro profeta del pueblo y él se convirtió en el profeta reconocido por el pueblo. A pesar de su advertencia, Samuel sería el profeta que finalmente le diera al pueblo lo que querían: un Rey. Todo esto no hubiese sido posible si no fuera porque una mujer llamada Ana decidiera separar a su hijo al servicio de Dios después de tanto clamar por él.
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