¨Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel.¨ Jueces 2:10
La generación de Josué fue obediente y alcanzó las promesas que Dios tenía para sus vidas, pero como vemos al inicio del libro de Jueces, la próxima generación no siguió el ejemplo de sus padres sino que se conformaron con las bendiciones que ellos habían alcanzado. Los israelitas fueron complacientes y como estaban contentos con lo que ya tenían decidieron que no era necesario ir a la guerra contra las naciones enemigas. Mas fácil era disfrutar la tierra abundante que ya poseían y hacer la paz con los pueblos vecinos forzándoles a pagar tributos. Los israelitas se olvidaron de la orden que Dios le había dado a Josué y a sus padres y por lo tanto sufrirían las consecuencias que trae el no escuchar a Dios. Dios prometió entregarles Canaán y lo hizo, pero aun así quedaban más naciones por conquistar. La promesa no iba a ser completa si la obediencia del pueblo de Dios no era completa. Al no eliminar a estos pueblos enemigos, los israelitas terminaron dejándose influenciar por sus ídolos y mujeres. No pasó mucho tiempo para que el pueblo se olvide de las grandes obras de Dios y se fueran tras otros dioses. Los israelitas se convirtieron en un pueblo pagano porque se dejaron influenciar por estas naciones enemigas. La desobediencia trae maldición porque impide que podamos disfrutar y alcanzar las promesas completas de Dios para nuestras vidas. El hacer las cosas a medias termina dejándonos con las manos vacías e impidiéndonos de disfrutar el cumplimiento del propósito de Dios para nosotros.
Aparte de no obedecer a Dios, el otro gran error de los israelitas fue el olvidarse de quien fue el que los ayudo a conquistar la tierra. La desobediencia trajo consigo consecuencias ya que el pueblo se dejo influenciar negativamente por los rituales de las otras naciones paganas. Muchas veces nosotros también podemos perder nuestro enfoque si nos olvidamos quien fue realmente el que nos rescato y trajo bendiciones a nuestras vidas. En el momento que creamos que lo que obtuvimos fue por merecimiento propio comenzamos a caer en un pensamiento falso que es similar a la idolatría ya que creemos que fueron nuestras propias manos las que permitieron que alcancemos nuestras metas. La similitud está en que esos ídolos que el pueblo comenzó a adorar eran simplemente dioses que habían construido con sus propias manos. Los israelitas perdieron la bendición completa de Dios por no obedecer completamente su mandato. Las naciones enemigas influenciaron el comportamiento de Israel al igual que muchas veces nosotros nos dejamos influenciar por el pensamiento de nuestros amigos inconversos. Debemos de tener mucho cuidado con esto ya que muchas veces nos olvidamos de la Palabra de Dios y actuamos como la gente a nuestro alrededor lo hace sin tomar en consideración lo que Dios requiere de nosotros. Comenzamos a actuar de determinada manera porque vemos que todos los demás lo hacen. Pero Dios quiere que nosotros seamos un pueblo diferente, un pueblo apartado para Él y para ello no podemos dejarnos influenciar por sus valores o creencias. Es necesario obedecer a Dios y buscar su voluntad para nuestras vidas sin desviarnos de nuestro objetivo porque las personas a nuestro alrededor hagan las cosas de una manera diferente. Dios nos recuerda que no nos convirtamos a ellos, sino que ellos se conviertan a nosotros.
En las próximas generaciones el ciclo de desobediencia de los Israelitas se repite siete veces donde el pueblo cae en pecado, es esclavizado por otras naciones y luego Dios levanta un juez que los liberta y levanta. Dios siempre tiene misericordia de su pueblo cuando cae en pecado y busca su perdón. Cuando el pueblo clamaba a Dios en medio de su angustia, Dios enviaba a un Juez que intercedía por el pueblo y los liberaba de las manos de sus enemigos. Cuando el pueblo clama, Dios escucha, pero Él espera a que nosotros lo busquemos a Él y dejemos de confiar en nuestras propias fuerzas o en nuestros propios ídolos. Él solo actúa cuando nosotros se lo permitimos. Él solo pelea por nosotros si nosotros se lo pedimos. Para ello debemos arrepentirnos de haber seguido nuestros propios deseos y no haber sido obedientes a la voz de Dios. Busquemos vivir de acuerdo a su voluntad y propósitos porque sino vamos a terminar viviendo oprimidos por el enemigo tropezando vez tras vez. La desobediencia no nos permite disfrutar de la victoria que Dios nos ha prometido porque nos separa de Él y de sus propósitos. El seguir nuestros propios deseos y nuestros propios dioses no permite a Dios obrar en nuestras vidas de la manera que Él lo quisiera hacer. Él quiere que seamos conquistadores y para ello debemos arrepentirnos y buscar su perdón porque hemos hecho las cosas a nuestra manera envés de dejarlo a Dios que tome el control. El tiene algo mejor para nosotros. No seamos como los israelitas que dejaron a Jehová y adoraron sus propios ídolos.
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