¨Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la tierra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Raba; pero David se quedó en Jerusalén.¨ 2 Samuel 11:1
¿Nunca se han lamentado cuando una pequeña y equivocada decisión haya afectado sus vidas? Si tan solo hubiese salido unos minutos antes, o si tan solo hubiese ido al otro restaurante, o tomado el otro camino entonces no me hubiese sucedido aquello. La mayoría de las veces estas pequeñas decisiones no tienen demasiada trascendencia, pero hay ocasiones en que una decisión equivocada puede marcar nuestro futuro como sucedió con David. Cada día tenemos que tomar cientas de decisiones, algunas muchas más importantes que otras y sin embargo una pequeña y aparente insignificante decisión puede afectar el curso de nuestras vidas. David tenía como costumbre siempre consultar con Dios antes de tomar una importante decisión porque había aprendido a vivir confiando y dependiendo de Él, pero una mañana se levanto cansado y sin ánimos de salir a la batalla así que decidió quedarse descansando en casa. Fue una decisión sencilla, no creía que fuera algo importante y para que consultar a Dios sobre esa pequeña resolución de quedarse en casa y tomarse el día libre. Me imagino cuanto se habrá lamentado David por haberse quedado en casa si supiera todos los problemas y aflicciones que le iba a acarrear el no haber ido a la guerra en el tiempo en que los reyes salían a la guerra. El libro de Samuel deja bien en claro que el error que cometió David ese día comenzó con una mala decisión del Rey. David estaba en el lugar equivocada, el debía estar en la guerra junto a los demás guerreros, pero se quedo en casa y ahí comenzó la raíz del problema.
Esa mañana en vez de estar en la guerra, como era la costumbre de la época, David se quedo en su palacio disfrutando de un ¨merecido¨ día de descanso. Él era el Rey por lo tanto podía hacer lo que quería y nadie le podía reprochar nada. Aprovecho para salir a su balcón y fue allí donde vio a la mujer más hermosa en su vida bañándose y mando a sus siervos a averiguar quién era. Su nombre era Betsabé, pero lamentablemente estaba casada. Su esposo era Urías, quien se encontraba en el lugar donde debía estar: la guerra, luchando por el Rey y su pueblo. Sin embargo David acostumbrado a obtener lo que quería por ser Rey mando a llamar a esa hermosa mujer y se acostó con ella, luego la mando a la casa. Lo más probable que David creía que su pecado había quedado encubierto, pero tarde o temprano todo termina saliendo a la luz. Betsabé termina quedando embarazada y David tiene que asumir las responsabilidades, aunque primero intenta encubrir su pecado nuevamente al llamar a Urías y darle unos días de descanso con su mujer. Sin embargo Urías sabía muy bien donde debía estar: luchando con sus hermanos. No era momento para descansar, ni estar con su mujer porque sabía que su lugar en ese momento debía estar en el campo de batalla. En ese aspecto Urías fue más inteligente que David porque estuvo en el lugar donde debía estar. Aún así David no aprendió la lección e intento seguir encubriendo su pecado al mandar a Urías al frente de la batalla para que muera. El problema había sido resulto: Urías murió en la guerra y David tomo a Betsabé como su mujer.
El pecado de David se fue haciendo cada vez más grande por intentar cubrirlo: paso de adulterar a conspirar en el asesinato de una persona inocente. Y todo comenzó porque David estaba en el lugar equivocado. Cuán importante es estar enfocados con nuestros ojos espirituales abiertos para saber donde Dios quiere que estemos. David debía estar en la guerra pero se quedo en el palacio. No se quedo porque Dios se lo pidió, sino porque el simplemente quería descansar y disfrutar en su palacio. David fue un hombre con un gran corazón que siempre busco la dirección de Dios y gozaba de una relación intima con Él, pero en un momento de distracción permitió que el enemigo encuentre una grieta en su vida y una cosa llevo a la otra haciendo que David termine matando a una persona inocente. David pudo haber confesado su pecado pero por querer encubrirlo se fue enredando más y más hasta caer al fondo. Finalmente cuando es confrontado por el profeta Natán, los ojos de David son abiertos y se da cuenta de todo el mal que ha causado. David se arrepiente y logra finalmente quitarse todo el peso de culpa de encima, pero ese error del Rey termina trayendo varias consecuencias que lo afligirán en los próximos años. Su hijo muere antes de nacer, otro hijo se rebela contra él y le quiere quitar el trono, y así sucesivamente. Me imagino cuantas veces David debe haber lamentado esa pequeña e insignificante decisión de haberse quedado en el palacio en vez de ir a la guerra. Debemos aprender a poner nuestras vidas en las manos de Dios y confiar en Él inclusive en las pequeñas decisiones que tengamos que tomar. Lo bueno es que David aprendió su lección y se levanto convirtiéndose en el mejor Rey de la historia de Israel.
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