Thursday, January 20, 2011

¿Para qué me enviaste Señor?


¨Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.¨ Éxodo 5: 22-23

Me imagino que muchos de nosotros nos podemos identificar con Moisés en que durante algún momento de nuestra vida a pesar de hacer lo que Dios nos pedía nos encontrábamos metidos en un problema más grande como consecuencia de obedecerle. Dios le encomendó la tarea de liberar a su pueblo de manos del Faraón a Moisés a pesar de que no se sentía capaz de hacerlo. Moisés se puso en las manos de Dios y decidió dejarse usar por Él solo para encontrar que la situación estaba más difícil de lo que se imaginaba. El Faraón no estaba dispuesto a dejar ir a los hebreos y por lo tanto les aumento aun más el trabajo forzoso debido a que no le cayó nada bien la petición de Moisés. Ahora solo imagínense como se deben haber sentido los hebreos al ver que su carga de trabajo se había duplicado debido a la bocota de Moisés. Este extranjero venía a ofrecerles libertad y lo único que conseguía realmente era esclavizarlos aun más. Les aseguro que los hebreos no estaban muy contentos con Moisés y lo más probable que lo veían como un simple político que venía a ofrecerles algo que no podía cumplir. Me imagino que Moisés no se sentía nada bien tampoco. El simplemente estaba haciendo la voluntad de Dios, él ni siquiera se creía capaz de liberar a su pueblo y ahora para empeorar las cosas había perjudicado aún más a su gente.

Moisés se vio frustrado al ver que el Faraón aumentó aún más la carga de los hebreos, y debido a esto la duda volvió a invadir su vida. ¿Para qué me enviaste Señor? ¿No les suena familiar esta pregunta? Muchas veces nosotros también nos encontramos ante la misma situación y no entendemos porque Dios permitió que hiciésemos algo si después no nos iba a apoyar. Moisés le reclamo a Dios diciéndole que Él le había prometido liberar a su gente, pero hasta el momento lo único que había logrado era afligirlos aún más. A veces nos cuesta ver la mano de Dios en medio de las circunstancias por las cuales atravesamos. No entendemos el propósito de Dios y creemos que se ha olvidado de nosotros. Comenzamos a dudar de sus promesas y nos cuestionamos sobre si realmente estamos haciendo lo que Dios nos pide. Es difícil simplemente dejar todo en manos de Dios y solamente confiar y esperar en sus tiempos y eso nos lleva muchas veces a dudar y cometer errores. Debemos aprender a no apresurar a Dios y simplemente confiar en sus promesas.

Todos conocemos la historia de Moisés y sabemos como Dios lo uso para liberar a su pueblo. No fue nada fácil y hubo muchos momentos en que el Faraón prometía dejar ir a su pueblo solo para cambiar de opinión y continuar con la opresión, pero Moisés comenzó a confiar y ver la mano de Dios en todo momento y sabía que estaba haciendo lo correcto. Dios tenía todo bajo control, el pueblo iba a ser liberado, solo que no de la manera más corta ni rápida ni sencilla. Lo mismo sucede en nuestras vidas, Dios nos ha dado varias promesas y quizá en este momento no veamos que se vayan a cumplir, pero debemos aprender que no es en nuestro tiempo ni a nuestra manera, sino en el tiempo de Dios y Él está en control de todo. Las dificultades que tenemos que atravesar simplemente nos ayudan a aprender a confiar más en Dios y nos damos cuenta que sus tiempos son los mejores para nuestra vida. Debemos permanecer fieles como Moisés y saber que si Dios ha prometido algo lo va a cumplir, a pesar de que no sea de la manera en la que nosotros nos imaginamos (sino que será mucho mejor de lo que pudiésemos esperar porque sus tiempos son mejores que los nuestros).

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