Friday, January 28, 2011

Restableciendo Relaciones Dañadas


¨Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos.¨ Éxodo 25:8

Una vez que el pueblo hebreo fue liberado de la mano del Faraón, comienza su éxodo hacia la tierra prometida a través del desierto. Dios le da una serie de mandamientos a Moisés para el pueblo y dentro de estos mandamientos y ordenanzas el libro de Éxodo le dedica unos tres extensos y detallados capítulos a la construcción del santuario de Dios, Su casa para habitar en medio del pueblo. Dios siempre busco una manera de poder relacionarse con su gente a pesar de que el pecado de la humanidad los mantenía separados. Dios le dice a Moisés con lujos de detalle cómo construir esa habitación donde Él pueda morar cerca de Su gente. Le explica con que material debe construir, las dimensiones exactas, y un sin número más de detalles para que el santuario sea exactamente como Dios lo desea. El asunto era cosa seria porque la santidad de Jehová podía matar al pueblo si este estaba cerca por lo tanto el santuario les permitía tener acceso a él por medio de los sacrificios de los sacerdotes. El santuario fue construido con las ofrendas del pueblo mismo y Moisés siguió las órdenes de Dios al pie de la letra conociendo la real importancia del asunto.

El deseo de Dios desde un comienzo fue el buscar relacionarse con su creación. El pecado de Adán y Eva en el jardín de Edén rompió esa relación que Dios anhelaba entre la humanidad y Él. Nuestra desobediencia trajo el pecado que nos alejo de nuestro creador. Desde ese momento Dios busco la manera de restablecer esa relación dañada y por medio de la construcción del arca del templo de Dios, Su presencia acompañaba al pueblo. Los sacerdotes debían sacrificar un cordero por los pecados del pueblo. Ese cordero vendría a simbolizar miles de años después la muerte de Jesús en la cruz por los pecados de la humanidad. Él es el cordero sin mancha que se entrego a sí mismo por nosotros. Fue un nuevo pacto entre Dios y el hombre donde ya no era necesario que el pueblo recurra a los sacerdotes para sacrificios ya que el precio que pagó Jesús por nosotros en la cruz fue una vez y para siempre. Su resurrección nos trajo vida eterna de la cual podemos gozar en Su presencia. Jesús es el nuevo pacto entre Dios y el hombre. Ahora lo único que tenemos que hacer es aceptar ese regalo que nos ha dado nuestro Padre para poder disfrutar de una relación genuina con Él.

Si aceptamos el sacrificio de Jesús por nosotros entonces Él promete morar en nuestros corazones. Ya no hay necesidad de santuarios ni sacrificios porque Jesús ha sido el mediador entre nosotros y Dios. Él ha restablecido nuestra relación y perdonado nuestros pecados. Dios mora en nuestros corazones y podemos gozar de una vida nueva junto a Él. Ahora tengamos en cuenta la importancia que Dios le daba a la construcción de su santuario. Era un lugar santo construido con materiales preciosos como oro, bronce, y plata, por lo tanto debemos nosotros también ofrecerle a Dios un corazón limpio y puro donde pueda habitar. El limpia nuestros corazones y perdona nuestros pecados, pero nosotros también tengamos en cuenta la importancia que Dios le da a su morada y busquemos mantener nuestros corazones puros y limpios delante de Él. No tratemos el asunto a la ligera, sino que es importante siempre recordar que Dios habita en nuestros corazones y debemos brindarle un hogar limpio y puro donde pueda habitar en perfecta armonía con nosotros. Comencemos a vivir una relación verdadera con nuestro Padre celestial y busquemos honrarlo con nuestras acciones día a día.

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