Wednesday, January 19, 2011

El Gran Yo Soy


¨Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar¨ Éxodo 4:11-12

La Biblia está llena de historias fascinantes en el Antiguo Testamento de hombres simples, de carne y hueso que lograron grandes cosas a través de su fe en Dios. Moisés es uno de los más grandes ejemplos de cómo Dios puede tomar a alguien sencillo y usarlo para Su gloria. Dios tenía un propósito especial para la vida de Moisés ya que desde su nacimiento la mano de Dios estaba sobre él. Eran tiempos difíciles para los hebreos ya que vivían como extranjeros y servían a los egipcios como esclavos. El Faraón veía como los hebreos se estaban multiplicando en gran manera y temía que se fueran a revelar por lo cual mando matar a todos los varones hebreos recién nacidos. Fue en este tiempo justamente que nació Moisés, pero la mano de Dios estaba sobre él guardando su vida. La madre de Moisés lo escondió en un canasto a orillas del río donde justamente fue encontrada por la hija del Faraón quien tuvo compasión de él y decidió criarlo. Muchos quizá podrían pensar que esto era una simple casualidad, pero Dios estaba guardando la vida de Moisés para algo mucho más grande. Dios tenía un propósito especial para él.

A medida que Moisés crecía en el palacio del Faraón, él veía como sus hermanos hebreos sufrían y eran maltratados. Dios había puesto en el corazón de Moisés el anhelo de liberar a su gente. Un día mientras Moisés estaba a las afueras del palacio, vio como uno de los hebreos era maltratado y decidió tomar venganza en manos propias quitándole la vida al egipcio que forzaba a su hermano. Moisés quiso liberar a su gente con sus propias fuerzas, pero no era el momento de Dios. Después de asesinar al egipcio, Moisés tuvo que huir al desierto ya que la voz se había corrido que él había matado a un oficial egipcio. En el desierto Moisés tuvo que aprender varias lecciones sobre la confianza en Dios. Un día mientras pastoreaba las ovejas de su suegro vio una zarza ardiendo que no se consumía y escucho el llamado de Dios para su vida. Moisés había sido llamado para liberar a su gente; ahora sí el propósito de Dios para su vida se iba a cumplir. El problema era que Moisés no se sentía digno ni capaz de liderar a su gente. Aquí es donde Dios promete fortalecerse en su debilidad. Dios nos quiere usar así como somos, con nuestras debilidades, para que su nombre sea glorificado. Moisés no podía liberar a su gente, no podía hablar muy bien, pero Dios sí lo podía hacer a través de él porque su poder es el que se perfecciona en nuestra debilidad para que no quede duda de que Dios es el que hace la obra.

Dios le enseña a Moisés una lección muy importante: Su nombre es YO SOY, el que hizo los cielos y la tierra, el que nos formo, el que nos dio una boca por lo tanto Él va a ser el que ponga sus palabras en la boca de Moisés para liberar a su gente. Moisés no se sentía capacitado para hacerlo, y la verdad es que no lo estaba, pero Dios si podía hacerlo a través de Moisés por lo tanto el momento para tomar el paso de fe había llegado. Dios había escuchado el clamor de su pueblo y estaba listo para utilizar a Moisés para liberar a su gente de la esclavitud de Egipto y llevarla a la tierra que les había prometido dar a sus padres. Podemos aprender muchas lecciones sobre la vida y la actitud de Moisés, y gracias a su ejemplo sabemos que Dios es el que hace la obra. Quizá nosotros no nos sintamos dignos o capacitados para hacer lo que Él nos está pidiendo que hagamos, pero  Dios nos recuerda a través de esta historia de Moisés que Él es el gran Yo Soy, Dios es el que va a hacer la obra a través de nosotros. Nosotros simplemente tenemos que estar dispuestos a dejarnos usar por el. Somos simples instrumentos usados en sus manos y su  poder se perfecciona en nuestra debilidad. Dios le pregunto a Moisés que tenía en sus manos, y lo único que este tenía era una simple vara, pero Dios puede usar lo simple como esa vara para liberar a una gran nación. Dios no pide mucho de nosotros, sino que solamente estemos disponibles para dejarnos usar por Él.

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