Sunday, March 20, 2011

Sometiéndonos A la Voluntad De Dios, No Manipulándola

¨Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos.¨ 1 Samuel 7:3

Tal como Dios le había dicho a Samuel, los hijos de Elí murieron al salir a la guerra contra los filisteos. Cuando Elí escucha las malas noticias de que Israel ha perdido a 34 mil hombres frente a los filisteos, que entre ellos murieron sus hijos, y encima de todo el arca del pacto fue robada, Elí se cae para atrás y muere. La guerra tuvo un gran costo para los israelitas que perdieron su más precioso objeto de valor: el arca, el lugar donde habitaba la presencia de Dios. El problema era que los israelitas ya veían al arca como un amuleto de buena suerte. No había mucha diferencia entre el arca y un ídolo ya que trajeron el arca a la guerra para poder derrotar a los filisteos, pero se olvidaron de clamar y pedir por la protección de Dios. No alcanzaba solo con llevar el arca, sino buscar la dirección de Dios primero antes de salir a la guerra. Dios no es alguien que podemos manipular para conseguir lo que queramos, sino al revés nosotros deberíamos buscar su dirección para saber cómo actuar frente a alguna crisis. Así que fue una mala noticia tras otra para los israelitas que terminaron derrotados y encima sin el arca. Es en este momento turbio para Israel que Samuel tiene que asumir su rol como juez. A pesar de que el pueblo creía que Dios ya los había abandonado al perder el arca, Samuel logra reconstruir el ánimo del pueblo para volver a enfrentar a los filisteos ya que Dios estaba con él. ¨Y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel.¨ (7:13).

Cuando los filisteos derrotaron a los israelitas hubo un momento que temieron al enemigo ya que vieron que ellos traían el Arca y sabían lo que Dios había hecho en Egipto. Aun así se esforzaron y obtuvieron la victoria. Este triunfo los hizo pensar que su dios, Dagón, era más poderoso que Jehová, pero la verdad era que Dios no quería darle el triunfo a su pueblo por haber sido desobediente. Luego Dios ajusta cuentas con los filisteos cuando estos meten el Arca en la casa de Dagón. En dos ocasiones los filisteos entran a la casa de su dios y lo ven tirado en el suelo postrado sobre el Arca. Además de esto la presencia del Arca trae diferentes maldiciones a los filisteos por lo cual se ven obligado a devolverla a los Israelitas. Dios no permitió que el enemigo se llevara la gloria a pesar de haber derrotado a su gente. Dios siempre tiene la última palabra. Hoy Dios habita en nuestras vidas y debemos ser luz en medio de la sociedad. No podemos permitir que el mundo tenga una mala imagen de Dios debido a nuestras malas actitudes y desobediencia. Cuando nosotros seguimos nuestros propios deseos, bloquemos el obrar de Dios en nuestras vidas y permitimos que el enemigo salga venciendo. Igualmente Dios siempre tiene la última palabra y toda lengua terminara confesando que él es Dios. El mejor método de evangelización es nuestra obediencia porque solo así la gente podrá ver a Dios y lo que ha hecho en nuestras vidas.

Samuel reconstruye su pueblo y trae un avivamiento espiritual. Dios puede usar a una sola persona así como hizo con Samuel para traer luz en medio de una sociedad perdida. Lamentablemente los hijos de Samuel también terminaron haciendo lo malo ante los ojos de Jehová y se volvieron corruptos por lo cual el pueblo le pide a Samuel un rey que los gobierne. Dios le dice a Samuel que se quede tranquilo y obedezca al pueblo: ¨Oye la voz del pueblo porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.¨ (8:7). Israel quiso ser como las otras naciones. Debemos de tener cuidado con lo que le pedimos a Dios porque quizá lo que le pidamos no nos convenga. Dios igual le dio un Rey a Israel a pesar de que sabía que no era lo mejor para el pueblo. Tengamos cuidado con lo que pidamos porque quizá Dios nos responda la oración y no nos termine conviniendo para nada lo que pedimos. Mejor busquemos la dirección de Dios para nuestras vidas. Permitamos que Él sea el Rey de nuestras vidas, y no busquemos nosotros mismo buscar ser reyes de nuestras decisiones. No importa que el resto de las personas se manejen  así, nosotros somos un pueblo llamado a ser diferente, separado para Dios.

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