Tuesday, March 22, 2011

Esperando en los Tiempos de Dios para Tu Vida

¨Jehová me guardó de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.¨ 1 Samuel 24:6

Muchas veces creemos que cuando se nos presentan oportunidades en la vida es porque Dios nos está abriendo las puertas, pero ese no es siempre el caso. Tomemos como ejemplo lo que sucedió con David cuando este se escondía en las cuevas de Saúl. La popularidad de David había crecido tanto entre los hebreos que el Rey Saúl lo vio como una amenaza para su reino por lo cual busco eliminarlo. En una de las tantas persecuciones, Saúl sin saberlo termina dentro de la misma cueva donde está escondido David. David lo tiene al Rey frente a sus ojos pero decide perdonarle la vida y simplemente le corta un pedazo de su túnica. Cuando Saúl sale de la cueva, David sale detrás de él y le cuenta como Dios lo había entregado en sus manos pero aún así decidió salvarle la vida. Saúl reconoce que David le ha pagado bien por mal y restaura su relación con él reconociendo que David es un hombre más justo de lo que él jamás será. Si miramos lo que sucedió con ojos humanos podríamos pensar que Dios le estaba entregando a Saúl en sus manos para que lo mate y pueda ser coronado como Rey, pero no fue el caso. David conocía la voluntad de Dios y sabía que los tiempos de Dios no son nuestros tiempos. David sabía que la venganza es del Señor y jamás iba a tocar a un ungido de Dios por más que la mano del Señor se había apartado de él.

Es importante no confundir la voluntad de Dios con las oportunidades que se nos presentan porque no siempre vienen de la mano ambas cosas. David pudo vengarse, pero sabía que esa no era su posición, que la venganza era del Señor.  No porque Dios se lo haya puesto frente a él quiere decir que Dios quería que lo mate a Saúl, y David sabía esto. David uso esa oportunidad para hacerle bien a su enemigo. Dios quiere que paguemos siempre con bien a nuestros enemigos y no busquemos el mal para sus vidas. Estamos aquí para bendecir a los demás y no para desearles el mal a los que nos caigan mal. Ni aunque se nos presente nuevamente la misma oportunidad quiere decir que debemos tomarla ya que a David le ocurrió lo mismo dos veces seguidas con Saúl. La paz entre David y Saúl había durado poco ya que los celos del Rey regresaron y una vez más volvió a perseguir a David junto a miles de soldados. Esta vez la confrontación se dio en el collado de Haquila donde David y un compañero entraron dentro del campamento del rey y encontraron a todos dormidos. Aquí una vez más David le perdona la vida a Saúl y decide tomar su lanza como señal de que pudo haberlo matado pero no quiso. Nuevamente la historia se repite y Saúl hace las paces con David. David siempre busco el bien y la paz para con Saúl y su descendencia.

David no se dejo llevar ni por las circunstancias u oportunidades que se le presentaron, ni tampoco por los consejos que le daban sus compañeros de refugio. Sus compañeros querían que David mate al Rey y ponga fin de una vez por todas a la persecución. Estaban cansados de huir, de esconderse, y de pasar hambre, pero David había puesto su vida en las manos de Dios y sabía que Dios lo estaba cuidando y protegiendo. Dios no iba a permitir que nada malo le suceda a David porque lo había ungido como el futuro Rey de Israel, pero David no tenía la autoridad para apurar los tiempos y decidir sobre la muerte del Saúl. Esa decisión era de Dios y de nadie más. David no iba a tocar la vida de un Rey, ni iba a dirigir una revolución, simplemente iba a esperar en los tiempos de Dios. Si David mataba a Saúl ya podría ser libre para reinar y dejar de andar escondiéndose para salvar su vida. Después de todo era solo en defensa propia, pero David permaneció fiel y obediente a Dios. David sabía el propósito de Dios. David rehúsa tomar el papel de Dios extinguiendo la vida del Rey. Simplemente porque se presenta una oportunidad no quiere decir que esa sea la voluntad de Dios y David conocía esta verdad. David sabía escuchar a Dios,  pago con bien al mal y salió ganando.

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