Saturday, July 9, 2011

Del Fracaso al Triunfo


¨Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida.¨ Salmos 46:1-2

Yo soy muy fanático del cine, y después de ver tantas películas uno a veces se da cuenta de cómo se va a desarrollar la trama de una película y puede anticipar el final. No importa cuán difícil la situación se pone para el protagonista, de alguna manera sabemos que al final todo se va a solucionar. Lo mismo sucede en nuestro diario caminar con Dios; los problemas llegan a nuestra vida y parecen hundirnos, pero si nuestra confianza está puesta en Dios podemos estar seguros de que todo saldrá bien al final. Las dificultades simplemente llegan para edificarnos y para que aprendamos a confiar en Dios durante las pruebas. No podemos permitir que las aflicciones nos alejen de Dios o nos debiliten, sino que al contrario debemos esperar en Dios para vencerlas y dejar que nuestra fe crezca durante esas circunstancias. No importa que estemos atravesando una enfermedad que nos tenga postrados como le sucedió a David en el Salmo 41, Dios igual está en control y nos puede sanar. David cuenta como sus enemigos veían su enfermedad y decían que nunca se iba a levantar de su cama, ¨más tu Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar, y les daré el pago.¨ (41:10). La confianza de David estaba puesta en Dios y él sabía que lo iba a levantar porque Dios es un Dios de milagros y tiene el poder para sanar. Dios transforma la tristeza, la enfermedad, el dolor, y la derrota, en triunfo, sanidad, gozo, y victoria.

 El salmista nos recuerda que a pesar de las dificultades no tenemos motivos realmente para andar angustiados porque nuestra esperanza esta puesta en un Dios real que nos libra de todos nuestros dolores; ¨ ¿Por qué te abates oh alma mía y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarlo, salvación mía y Dios mío.¨ (42:5). No ganamos nada con preocuparnos por nuestra situación; abatirnos no va a hacer que nuestro problema desaparezca, la única solución es esperar en Dios y confiar en que Él está en control. Podemos esperar confiados sabiendo que conocemos el final de la película; que Dios va a llegar en el tiempo oportuno para socorrernos. Esta era la certeza que tenía el salmista, quién había aprendido a adorar y confiar en Dios en medio de sus pruebas. Solo alguien que ha aprendido a caminar con Dios puede sonreír y alabarlo a pesar de que las circunstancias le sean contrarias. Esto es simplemente porque conocen el final de la película y saben que su socorro y esperanza va a llegar. La salvación de Dios siempre llega, nosotros somos los que muchas veces nos angustiamos e intentamos apurar las cosas y terminamos hundiéndonos aún más en vez de simplemente esperar. Podemos confiar porque hemos visto y oído sobre las obras que Dios ha hecho a través de la historia: ¨Oh Dios con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado, la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.¨ (44:1).

El Salmo 46 tiene unas promesas de parte de Dios que podemos aplicar a nuestras vidas cuando nos encontremos ante muchas dificultades. Todo a nuestro alrededor podrá comenzar a desmoronarse, el piso sobre el cual estamos parados podrá sacudirse, pero mientras estemos en las manos de Dios podemos estar seguros porque nuestra roca nos sostiene firmemente y no cede ante ningún terremoto. El salmista cierra este hermoso Salmo con estas palabras: ¨Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.¨ (46:10-11). No nos angustiemos  ante los problemas, no busquemos solucionarlos por nuestros propios medios; sino simplemente esperemos en Su palabra y Su liberación para nuestras vidas. Dios es nuestro socorro y siempre llega a tiempo para levantarnos. ¨Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte.¨ (48:14). Ni la muerte puede triunfar sobre los hijos de Dios, porque Cristo ya la ha vencido y nos ha dado la victoria sobre la muerte física. Dios tiene planes y propósitos para cada uno de nosotros inclusive mucho más allá después de la muerte. Solo con Él podemos experimentar como nuestros fracasos se convierten en triunfos en sus manos. Nuestro llanto se convierte en gozo, y nuestras derrotas en victorias. Permanezcamos con nuestros ojos puestos en Dios aún en medio de la crisis, porque solo Él puede transformarlo en una victoria personal.

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