Wednesday, July 13, 2011

Agua en el Desierto



¨Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria.¨ Salmos 63:1-2

David había encontrado una seguridad en Dios que le permitía seguir avanzando confiado sabiendo que el enemigo no lo iba a poder detener. No importaba cuán grande o numeroso era su enemigo David no temía porque sabía que su Dios era más grande. Esta seguridad le permitía a David seguir componiendo Salmos de confianza en Dios a pesar de las pruebas. Sus mejores alabanzas fueron escritas en los momentos más oscuros de su vida cuando se sentía perseguido y su vida corría peligro. David se sentía seguro pero sabía que su pueblo estaba experimentando temor porque el enemigo también acechaba a su nación. Con estos Salmos David podía transmitirle paz y confianza en Dios a su gente. De la misma manera nosotros podemos aprender de los salmos de David y saber que en medio de las pruebas y aflicciones Dios siempre ha estado en control cuando buscamos refugio en Él. Si bien la dificultad llega como decía el salmista ¨hiciste temblar la tierra, la has hendido. Has hecho ver a tu pueblo cosas duras¨ (60:2-3), él sabía que el Señor iba a proteger a sus hijos. Solo en Dios podemos vencer nuestras adversidades y seguir adelante: ¨En Dios haremos proezas, y Él hollará a nuestros enemigos.¨ (60:12). Nosotros no estamos solos; no tenemos que enfrentar nuestros problemas solos, sino que tenemos a un Dios grande que pelea las batallas por nosotros y quiere que aprendamos a confiar en Él y aceptar Su voluntad para nuestras vidas. David había aprendido esta lección pero aún así le recordaba al resto del pueblo que debían tener la misma certeza y seguridad en Dios.

El siguiente salmo escrito por el mismo David vuelve a reiterar la importancia de mantener nuestra confianza en Dios porque Él es nuestra protección. No hay de que temer ni de que angustiarnos frente a los problemas porque Dios es nuestro escudo, el cual nos protege de todo mal si nosotros buscamos vivir bajo su presencia y cuidado. Qué lindo sería poder decirle a Dios las mismas palabras que repetía David cuando tenía que enfrentar algún problema: ¨Clamaré a ti cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo, porque tú has sido mi refugio, y torre fuerte delante del enemigo.¨ (61:2-3). David encontraba refugio en Dios por lo cual no temía ante la adversidad, pero también quería que su pueblo pudiese experimentar esa misma paz. David se sentía seguro, pero esa seguridad quería transmitírsela a su gente para que aprendan a confiar en Dios y no dejarse llevar por las circunstancias. David encontraba seguridad bajo las alas protectoras de su Padre y quería que nosotros también pudiéramos experimentar esa misma sensación de sentirse protegidos y seguros en los brazos de nuestro Padre (¨Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas.¨ 61:4). Todo a nuestro alrededor pudiera estar derrumbándose pero podemos tener la certeza de que si estamos bajo el cuidado de Dios el enemigo no nos va a poder tocar y podemos gozar de paz en medio de las pruebas. Esto era lo que tranquilizaba el alma de David y le permitía hallar el descanso que su alma necesitaba en medio de tantas guerras y persecuciones. Esa misma sensación es la que podemos tener nosotros si ponemos nuestra confianza en Dios.

El Salmo 63 fue escrito por David en medio del desierto de Judá. Me imagino que el calor sofocante y la gran sed que tenía lo llevo a componer este salmo poético dedicado a Dios. Comienza el salmo diciendo ¨Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas para ver tu poder y tu gloria.¨ (63:1-2). Esa desesperación por tomar agua y saciarse de su gran sed y calor sofocante del desierto es la que sentía David por encontrarse con Dios cada día y beber de su palabra. David ansiaba relacionarse con Dios y sabía que Él era el único que podía calmar su sed. Dios es el que le daba un significado y un propósito a la vida de David; sin Él nada somos y la vida simplemente no tiene sentido. Dios es el que sacia ese vacío que llevamos dentro porque cuando nos relacionamos íntimamente con Él podemos gozar de una satisfacción y sensación de sentirnos completos, saciados, y seguros en Él. Es como encontrarnos con el propósito de la vida misma: poder relacionarnos con Dios y satisfacer esa sed y hambre por conocerlo personalmente. Dios es el que nos sostiene, es el que nos da un propósito para vivir, y el que nos hace sentir completamente saciados y llenos por su presencia. Podemos experimentar esa misma sensación que tuvo David al encontrarse con Dios cada día y vivir una vida plena y segura bajo la protección de sus brazos. Él es el único que puede satisfacer esa sed espiritual que todos tenemos.

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