¨Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.¨ Salmos 23:1-2
Al leer los Salmos que componía David podemos entender realmente cuán profunda era su relación con Dios. Nadie tuvo un corazón más cercano al de Dios que David porque el pasaba tiempo con su Padre adorándolo y buscándolo aún en medio de las muchas adversidades que atravesó. David adoraba a Dios porque en Él había encontrado el refugio perfecto en medio de sus problemas, ¨te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová roca mía y castillo mío, y mi libertador. Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré. Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.¨ (18:1-2). David se gozaba en los mandamientos del Señor y dejaba que él guíe sus pasos, ¨Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre¨ (16:11), y además amaba guardar Su ley, ¨La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo…En guardarlos hay grande galardón.¨ (19:7,11). Además David había encontrado en Dios a su salvador; vez tras vez la mano del Señor estuvo con David defendiéndolo de sus adversarios: primeramente de los leones cuando era pastor, después del gigante Goliat, y finalmente frente al rey Saúl. Por esto David podía clamar y cantar: ¨Ahora conozco que Jehová salva a su ungido; con la potencia salvadora de su diestra. Ellos confían en carros, y aquellos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria. Ellos flaquean y caen, mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie.¨ (20:6-8).
No importaba la situación en la que se encontraba David, él siempre buscaba alguna nueva razón por la cual alabar a Dios. David podía estar sentado en su trono disfrutando de los deleites de ser rey alabando a Dios por su grandeza y misericordia, pero al mismo tiempo podía estar escondido en una cueva con cientos de enemigos buscándolo para matarlo y aun así alababa a Dios por ser su refugio y fortaleza en medio de la aflicción. No importaba la situación en la que se encontraba, David permanecía fiel a Dios y lo adoraba por ser su Señor y Rey. David disfrutaba de estar en la presencia de Dios y disfrutar de una relación verdadera con Él; ¨Me has concedido el deseo de mí corazón, y no me negaste la petición de mis labios…porque me has bendecido para siempre; me llenaste de alegría con tu presencia.¨ (21:2,6). A pesar de esta intensa relación que tuvo David con el Señor, también experimento momentos donde sentía que Dios estaba muy lejos. Él no tuvo dudas sobre clamar y preguntarle a Dios donde se encontraba en esos momentos. ¨Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?¨ (22:1). A pesar de eso David sabía que la salvación estaba en Dios y que pronto iba a aparecer para socorrerlo. La aflicción era momentánea y lo único que podía hacer David era esperar y confiar en que Dios lo iba a salvar como en tantas otras ocasiones. La esperanza y fortaleza de David siempre estaba puesta en su roca: Dios.
El Salmos 23 es quizá el más conocido por todos en la Biblia y la mayoría lo conoce de memoria. Este hermoso Salmo también fue escrito por David y habla sobre el reposo que podemos encontrar en nuestro Padre. Dios no está para acusarnos y juzgarnos, sino que quiere que disfrutemos de una relación amorosa con él. David entendía esto perfectamente por lo cual dibujo un cuadro precioso en este Salmo comparando a Dios con un pastor; nosotros siendo las ovejas. David entendía perfectamente el rol que tenía que cumplir un pastor, ya que él fue uno en su juventud. Tenía a su cargo a las ovejas y debía protegerlos de cualquier mal que los acechara ya que las ovejas eran completamente indefensas. Las ovejas se sentían seguras con su pastor y sabían que esté las guiaba a los mejores prados para que pudieran alimentarse. Dios hace lo mismo con nosotros, Él nos toma y nos lleva a lugares de delicados pastos donde podemos descansar y confiar plenamente en Él. Dios es el que nos conforta, nos guía, y nos libra de la muerte. Su mano protectora esta sobre nosotros. No hay nada que nosotros podamos hacer por nosotros mismos sino que debemos dejarnos guiar por Él y descansar en sus promesas. Dios quiere bendecir nuestras vidas, pero para ello debemos de estar dispuestos a dejarnos guiar por Él y confiar en Su voluntad para nuestra vida.
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