¿Por qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación? Salmos 10:1
David adoraba a Dios cualquiera sea su situación. El podía componer Salmos pidiendo la protección de Dios cuando era perseguido por sus enemigos; ¨Guíame Jehová en tu justicia, a causa de mis enemigos; endereza delante de mí tu camino¨ (5:8), o cuando estaba enfermo; ¨Ten misericordia de mí oh Jehová porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen¨ (6:2), e inclusive hasta cuando tenía que enfrentar la muerte; ¨Tú que me levantas de las puertas de la muerte, para que cuente yo todas tus alabanzas y me goce en tu salvación¨ (9:13-14). Cualquiera era su situación, David siempre buscaba la dirección de Dios y no perdía la oportunidad para adorarlo y componerle Salmos de gratitud. Las adversidades que tuvo que enfrentar David no impedían que él adorara y alabe a su Dios. Las circunstancias no afectaban la fe y la confianza que tenía David en Su Padre. Nosotros muchas veces nos quejamos delante de Dios por cosas mucho menos importantes y dejamos de lado la adoración a Dios. Nos dejamos llevar por nuestros sentimientos y emociones y nos olvidamos de que tenemos un Dios poderoso que promete sostenernos cuando llega la tormenta. David sentía la protección del Señor en todo tiempo por lo cual podía alabarlo aún en los momentos más oscuros de su vida. David exaltaba la grandeza de su Dios y sabía que a pesar de no comprenderlo en todo tiempo podía confiar en Él. Podemos aprender mucho del corazón de David; su confianza en Dios es digna de ser imitada por nosotros. La próxima vez que tengamos que enfrentar problemas mantengamos nuestros pies sobre la roca y alabemos a Dios en medio de la adversidad como lo hacía David.
El salmista comienza escribiendo el Salmos 10 con una pregunta que muchos de nosotros le hemos hecho a Dios en el pasado: ¨ ¿Por qué estas lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación?¨ (10:1). Nos podemos identificar con esta pregunta porque seguramente experimentamos lo mismo cuando tuvimos que atravesar una circunstancia difícil en nuestra vida. Es difícil entender por qué Dios permite que nos sucedan ciertas cosas y nos preguntamos donde está cuando no encontramos una solución a nuestro problema. Los Salmos están plasmados de diferentes experiencias y emociones que los salmistas atravesaban y decidían componer. En este salmo en particular el salmista no podía comprender por qué le sucedían cosas malas a él que estaba haciendo todo bien, mientras que los malvados parecían prosperar. ¿Dónde estaba la mano de Dios y su justicia en todo esto? Es en medio de este pensamiento que el salmista se levanta y le clama a Dios: ¨Levántate, oh Jehovah Dios, alza tu mano; no te olvides de los pobres.¨ (10:12). Él sabía que a pesar de que todo parecía irle mal a él, mientras que los malvados prosperaban, él aún podía confiar en Dios y saber que pronto se levantaría para socorrerlo. Mientras mantengamos nuestra confianza puesta en Dios podemos estar seguros de que él se levantará y peleará por nosotros. Dios no nos va a dejar postrados, Él quiere que a pesar de nuestros problemas mantengamos nuestra mirada puesta en Él.
El siguiente Salmo escrito por David habla sobre la confianza en Dios en medio de la adversidad. Es como si estuviera respondiendo la pregunta del salmista anterior. ¿Dónde está Dios? ¨Jehová está en su santo templo, Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus parpados examinan a los hijos de los hombres. Jehová prueba al justo.¨ (11:4-5). David sabía muy bien donde está Su Dios, y no iba a dejar que las adversidades lo hagan quitar su mirada de Dios. David no tenía una visión corta ya que sabía que la presente aflicción solamente era una prueba y podía superarla si Dios estaba de su lado. En cambio muchas veces nosotros sí tenemos una visión corta y nos olvidamos de ver el cuadro completo. Las aflicciones están para pulir nuestras vidas y ayudarnos a crecer, los problemas son pasajeros y Dios está atento y listo para socorrernos si mantenemos nuestra confianza puesta en Él. Dios ha prometido librarnos del mal así que pongamos nuestra mirada más allá y no nos quedemos con la visión corta de Dios; acordémonos de nuestro pasado y de todas las veces que nos ha librado el Señor y tengamos la certeza de que nos va a volver a salvar. No nos hundamos con las pruebas que se nos presentan, mas bien caminemos sobre las aguas con nuestros ojos puestos en Dios. Él nos da las fuerzas y la paz para superar las aflicciones. Aprendamos a alabar a Dios en medio de las dificultades; no permitamos que nuestro estado de ánimo dictamine nuestra relación con Dios.
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