Friday, February 25, 2011

Lo Que Significa Amar a Dios


¨Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos, y sus mandamientos, todos los días.¨ Deuteronomio 11:1

Moisés conocía muy bien el secreto para que el pueblo pudiera conquistar las promesas de Dios. El sabía que si su pueblo obedecía los mandamientos de Dios ellos iban a poder cumplir la voluntad de Dios para sus vidas. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo, por lo cual muchas veces nos equivocamos y desobedecemos a Dios. ¿Cómo podemos obedecerlo para no perdernos las bendiciones que tiene para nosotros? Moisés hablaba con Dios cara a cara y sabía muy bien cuál era el gran secreto para poder obedecerlo y guardar sus mandamientos: Amar a Dios con todo nuestro corazón. El gran secreto para poder obedecer a Dios es amarlo con todas nuestras fuerzas porque  cuando amamos a alguien, queremos lo mejorar para esa persona y por lo tanto conocemos que es lo que lastima a esa persona y hacemos todo lo posible para no lastimarla. Para poder guardar las ordenanzas de Dios es necesario amarlo primero porque si no vamos a encontrar esta tarea demasiado difícil. Sin amor no somos nada. El guardar los mandamientos de Dios tiene que venir acompañado de ese amor porque sino simplemente nos vamos a convertir en fariseos que solo están ahí para cumplir cientos de reglas que se terminan convirtiendo en una carga demasiado pesada. Pero cuando tenemos amor, ya no vemos esas reglas como alguna carga, sino como una manera de vivir que agrada a nuestro Padre y que a la postre nos ayudan a vivir mejor nuestras propias vidas. La obediencia trae bendición, pero solo podremos lograrlo si verdaderamente amamos a Dios.

David es uno de los grandes ejemplos a seguir en la Biblia. Todos conocemos el pecado que cometió pero aún así para Dios no hubo otro Rey como él, porque David tenía un corazón que amaba a Dios. Ese amor lo llevó a amar y tener una pasión por su ley y seguir sus estatutos. Los mandamientos no se convirtieron en una carga pesada para él, sino que era un deleite hacer su voluntad porque las bendiciones de Dios estaban constantemente sobre él a pesar de las grandes pruebas que tuvo que enfrentar. El corazón de David era un corazón alegre, que amaba a Dios, y lo alababa en todo momento. Los Salmos están llenos de canticos de David agradeciendo la bondad de Dios para su vida. El amor hacia Dios nos lleva a amar Su palabra. Cuando estamos enamorados de Dios queremos pasar tiempo con Él, leyendo su palabra y aprendiendo más de sus leyes porque sabemos que son una bendición para nuestras vidas. Cuando David cae en pecado, nos muestra un arrepentimiento real y sincero porque realmente estaba dolido por la manera en que había sido cegado por su pecado. El amor nos trae una pasión por querer cumplir los decretos de Dios y seguirlo en todo momento. Amor y obediencia vienen de la mano porque no se puede vivir con uno sin el otro. La obediencia es un resultado directo de nuestro amor hacia Dios, la desobediencia viene a causa de una falta de amor hacia Él. Ama sus leyes y verás que tu vida cambiara completamente.

El capítulo más largo de la Biblia es el Salmos 119 y justamente trata sobre el amor que siente el salmista hacia las leyes y mandamientos de Dios. Es extremadamente largo pero al mismo tiempo tan enriquecedor. Las leyes de Dios no son una carga, sino que son la razón de vivir. La expresión máxima de nuestro amor hacia Dios se puede reflejar en nuestra obediencia hacia su palabra. Si verdaderamente amamos a Dios entonces vamos a querer seguirlo y cumplir sus ordenanzas. Ese amor se ve reflejado en nuestra pasión por querer obedecer a Dios, servirlo y en amar a nuestro prójimo. Al mismo tiempo cuando obedecemos a Dios, Él promete derramar de sus bendiciones para nuestras vidas. Solo así podremos verdaderamente cumplir el propósito por el cual fuimos diseñados por Dios. Moisés sabía que su pueblo solo iba a heredar la tierra si se mantenían firmes y atentos a sus mandamientos, y el cumplir sus leyes solo era posible si realmente amaban al dador de esos decretos. El amor y la obediencia siempre han venido de la mano y los mandamientos se convierten en una carga mucho más ligera cuando hay un amor autentico de por medio.

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