Tuesday, February 8, 2011

Asumiendo la Responsabilidad Por Nuestros Actos


¨La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.¨ Génesis 3:12-13

Una característica universal que tenemos los seres humanos es que nos cuesta aceptar la responsabilidad por nuestras acciones. Siempre buscamos alguna excusa o explicación lógica a nuestras fallas. Nos cuesta simplemente reconocer que nos equivocamos y punto. De alguna manera siempre encontramos alguien más a quien podemos señalar y culpar de nuestros errores. Si nos va mal en un examen es porque el profesor no nos enseño bien, o porque algún hermano hizo relajo toda la noche y no nos dejo estudiar, o porque nuestros padres nos pusieron a hacer alguna otra cosa, o simplemente porque tenemos una vida demasiada ocupada. Nos cuesta reconocer que nos fue mal porque no estudiamos y punto. Lo mismo sucede en nuestra relación con Dios ya que buscamos excusas cuando le fallamos o cometemos algún pecado. Señalamos a los demás y decimos si todos los demás lo hacen ¿por qué esta mal si yo lo hago? Es que no tenía ninguna otra opción, lo tuve que hacer. No es un problema de ahora de nuestros días, sino que ha sido algo con lo que Dios ha tenido que lidiar desde el comienzo mismo de la creación.

Tomemos como ejemplo el caso de Adán y Eva. Dios los puso en el huerto de Edén para que se enseñoreen sobre todos los animales. La única prohibición que les había dado Dios era que no comieran del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. De todos los demás arboles podían comer sin ninguna restricción. Dios pone todo a su disposición, pero les prohíbe comer de ese árbol y ¿qué es lo que hacen Adán y Eva? Justamente prueban el fruto de ese árbol y caen en desobediencia contra Dios. No parecía una regla demasiado difícil de obedecer, pero la mujer se dejo engañar por la serpiente, y luego el hombre por la mujer. Ambos tuvieron la posibilidad de escoger comer o no de la fruta prohibida, la serpiente no forzó a la mujer, simplemente la tentó diciéndole que si comían de ese fruto serían como un dios. Ambos desobedecieron y llego la hora de la confrontación con Dios. El vínculo entre Adán y Eva con Dios se había roto y estos se escondían de Dios cuando este los llamaba en el Huerto. Cuando Dios confronto a Adán con su pecado este simplemente respondió que la mujer lo engaño, y la mujer que la serpiente lo engaño. Ninguno de los dos supo asumir la responsabilidad de sus actos sino que se excusaron debido a factores externos.

Muchos de nosotros hoy tenemos la misma actitud que tuvieron Adán y Eva. Nos excusamos por nuestras fallas y culpamos a otros de habernos hecho caer. No sabemos asumir que fuimos nosotros mismos los que tomamos la decisión equivocada. Dios no quiere que nosotros nos excusemos ante el por nuestros errores, Él ya sabe que hemos pecado. Dios quiere que vengamos ante Él con un corazón arrepentido y le confesemos nuestros errores y malas decisiones. Él quiere perdonarnos pero para poder hacerlo primero debemos venir ante Él con un corazón sincero y arrepentido. No nos excusemos por nuestros hechos, sino simplemente busquemos el perdón de Dios. No intentemos justificarnos al compararnos con los demás y creernos más santos que el resto. Dios nos juzga a cada uno como individuos y nuestra justicia no es suficiente para poder tener una relación verdadera con Él. La única manera en que podamos tener una relación pura con nuestro Padre es si nos presentamos ante Él con un corazón arrepentido, sin excusas ni justificaciones, simplemente reconociendo que le fallamos. Dios está ahí a nuestro lado llamándonos y esperando nuestro sincero y real arrepentimiento. No quiere escuchar excusas u otros nombres de personas que han caído más veces o lo que sea, simplemente quiere escuchar un: ¨lo siento, peque, te falle, perdóname y dame un corazón nuevo para servirte.¨

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