Monday, May 2, 2011

De la Victoria a la Cueva


 
¨Y Elías se fue por el desierto un día de camino, y deseando morirse dijo, basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.¨ 1 Reyes 19:4

El profeta Elías recientemente había obtenido una de las victorias más importantes de la historia de Israel de la mano de Dios. El fue lo suficientemente valiente para enfrentarse a 850 sacerdotes de Baal y Asera, dioses falsos que el pueblo había comenzado a adorar. Frente al Rey y al resto del pueblo Elías obtuvo una victoria colosal al demostrar que Jehová era el único Dios, pero para el profeta no iba a haber tiempo para celebrar porque al siguiente día la malvada Reina Jezabel mando pedir su cabeza. Jezabel era conocida por haber intentado exterminar a los profetas de Jehová, pero Elías la había desafiado al reunir a todos sus sacerdotes y acabarlos en un solo día. Ahora Jezabel buscaba su venganza personal. Elías teme por su vida y decide huir y esconderse en el desierto. Qué ironía, Elías vio la poderosa mano de Dios salvadora hace tan solo un día atrás, pero ante la amenaza de Jezabel decide huir. Elías paso del punto de sentirse victorioso al punto del fracaso absoluto pidiéndole a Dios que le quite la vida porque no era mejor que sus antepasados. Cuan a menudo muchas veces nosotros los cristianos pasamos por esta misma situación: Obtenemos grandes triunfos y promesas de la mano de Dios, vemos como Él nos liberta de nuestros enemigos, pero de un momento a otro volvemos a sentirnos victimizados y fracasados. Ante una amenaza agachamos nuestra cabeza y huimos en vez de apoyarnos y confiar en el Dios todopoderoso que vez tras vez nos ha mostrado Su poder. Dios está de nuestro lado, Él está en control, no dejará que el enemigo nos toque, pero aun así dudamos, salimos huyendo, y nos lamentamos ante Dios.

Elías siempre va a ser recordado como el profeta que hizo descender fuego del cielo porque la mano de Dios estaba con él para demostrarle a su pueblo que hay solo un Dios en el cielo y tierra: su nombre es Jehová. Pero aún así este gran profeta paso por momentos difíciles, paso por momentos de pruebas, y también se sintió un fracaso ante la eminente amenaza de sus enemigos. Quizá algunos de nosotros hoy nos sintamos en fracaso, escondidos por temor a algún mal, pero no todo está perdido si tu confianza esta puesta en Dios porque Él está en control de la situación. Lo ha demostrado vez tras vez y lo continuara haciendo. Nosotros somos débiles y olvidamos fácilmente las grandes victorias que hemos obtenido de la mano de Dios, pero Él es fiel y permanece a nuestro lado para levantarnos una vez más. La historia de Elías no termina con el escondido en el desierto. Nosotros tampoco podemos permanecer escondidos o viviendo bajo temor sino que debemos aprender a depositar toda nuestra confianza en Dios. Él pelea la batalla por nosotros y nos guiara de triunfo en triunfo si permanecemos parados sobre Sus promesas. Elías en un momento de temor huyo, pero Dios no lo abandono sino que envío un ángel para que lo visite, afirme, alimente, y levante porque aún quedaba camino por recorrer.

Por un momento pensé que el esconderse en el desierto era parte del plan de Dios para la vida del profeta como lo había sido durante los tres años anteriores de sequía, pero no fue el caso esta vez. Elías huyo primero y luego el ángel fue a auxiliarlo. Elías se dirigió por 40 días y 40 noches hacia el Monte Horeb donde tuvo un encuentro con Dios. Lo primero que le dice Dios a Elías cuando lo encuentra escondido en una cueva es ¿Qué haces aquí Elías? El propósito de Dios para Elías no era que huyera de Jezabel, pero aun así Dios se mantiene al lado del profeta para animarlo y levantarlo nuevamente. Elías le confiesa a Dios sus temores, la soledad por la que está atravesando porque se siente solo en su lucha contra los demás. Dios le declara al profeta que no está solo, hay 7000 almas más cuyas rodillas no se han doblado ante los ídolos. El profeta recibe una nueva misión de parte de Dios y continúa su camino. Elías no se quedo derrotado y deprimido, se levanto nuevamente porque tuvo un nuevo encuentro con su Dios y salió animado. Sabía que el enemigo no lo podía tocar si permanecía en la voluntad de su Padre. En el relato del encuentro que tuvo Elías con Dios podemos encontrar otra cosa interesante. El profeta esperaba que Dios se le apareciera en medio del fuego, como ya lo había hecho anteriormente, pero no fue el caso. Luego vino un terremoto, pero Dios tampoco estaba en el terremoto. Finalmente vino un viento apacible, y Dios sí estaba ahí para traer paz a la vida de Elías y reafirmarlo en su camino. Dios se puede manifestar de diversas formas, no aparece siempre como nosotros esperamos o imaginamos pero no tenga dudas de que Dios está ahí a tu lado para sorprenderte y sacarte de la derrota a la victoria. La pregunta es hacia donde nos dirigimos hoy: ¿del fracaso hacia el triunfo? o ¿del triunfo al fracaso? Dios quiere que caminemos de triunfo en triunfo agarrados de Su mano.

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