Wednesday, May 25, 2011

El Rey Leproso


¨Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios-¨ 2 Crónicas 26:16

Los siguientes dos reyes de Judá tuvieron algo en común: tanto Amasías como Uzías comenzaron reinando bajo el temor de Dios pero cerca del final de sus vidas se apartaron de Él. Amasías heredo el trono después de que su padre, Joás, fuera asesinado, e ¨hizo lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no de perfecto corazón.¨ (25:2). Primero que nada Amasías fortaleció a su ejército y se preparo para la guerra. Incluso llego a contratar a cien mil valientes de Israel para que peleen junto a él, pero luego un profeta le advirtió que no vaya a la guerra junto a los soldados israelitas porque Dios no estaba con Israel. Jehová le daría la victoria a su pueblo sin su ayuda. El rey ya le había pagado mucho dinero a los israelitas por lo cual le pregunto al hombre de Dios que iba a pasar con esa inversión que había realizado y la respuesta del profeta fue la siguiente: ¨Jehová puede darte mucho más que esto.¨ (25:9). No importa que hayamos invertido nuestro dinero o tiempo en algo que el Señor nos está diciendo que olvidemos porque la obediencia a Él trae bendición. Amasías decidió obedecer a Dios y fue a la guerra sin los cien mil soldados por los cuales había pagado y fue bendecido por su obediencia ¨porque en Dios está el poder, o para ayudar, o para derribar¨ (25:8).  Cuando obedecemos a Dios, Él nos da mucho más de lo que hemos tenido que renunciar porque Él es fiel. Amasías obtuvo una victoria importantísima porque confió en Dios.
  
Si bien Amasías fue fiel al escuchar al profeta y no llevar a los soldados israelitas, una vez que obtuvo la victoria frente a los edomitas trajo consigo sus ídolos y dioses y los adoro. Dios había bendecido al rey, pero ahora esté se apartó de Él y se fue en pos de otros dioses, dioses que ni siquiera pudieron salvar a su pueblo porque habían sido derrotados por sus propias manos. La ira de Dios vino sobre Amasías el cual permitió que el orgullo se apodere de su vida y fue derrotado por el rey de Israel. Amasías perdió varias batallas más porque la mano de Dios se había apartado de él, termino perdiendo muchísimas riquezas y los muros de sus ciudades fueron destrozados. Finalmente el rey fue asesinado en una conspiración en contra de su persona, y su hijo Uzías de tan solo dieciséis años heredo el trono. Uzías siguió el mismo ejemplo de su padre, comenzó buscando la voluntad de Dios para su vida pero luego permitió que el orgullo lo aleje de Su presencia. Dios bendijo a Uzías mientras este lo servía: ¨Y persistió en buscar a Dios, en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó.¨ (26:5). La mano de Dios estuvo con Uzías y lo bendecía en todo lo que hacía. El rey obtuvo importantes triunfos bélicos, reparo los muros que habían sido destruidos, invento diseños y maquinas de guerra, fue un gran agricultor, y su fama se extendió lejos.

Las grandes bendiciones que recibió Uzías terminaron siendo un factor importante en su caída ya que el rey permitió que el orgullo dirija su vida y dejó los mandamientos de Dios. En el momento en que nos olvidamos que todas las bendiciones que hemos recibido han venido de Su mano, es cuando permitimos que el orgullo comience a controlar nuestras vidas, y ahí es cuando comienza nuestra caída porque dejamos de vivir bajo la voluntad de Dios para ir en busca de nuestros propios deseos y anhelos. Cuando dejamos que las bendiciones que hemos recibido se apoderen de nosotros entonces es ahí que perdemos todo porque no somos nada sin Dios. En ningún momento debemos creer que lo que hemos obtenido ha sido por nuestras propias fuerzas, sino que todo lo que hemos recibido ha sido por la gracia de Dios y nuestras vidas deben reflejar esa gratitud hacia nuestro Creador. Cuando dejamos de glorificarlo a Él por lo que nos ha dado es ahí que comenzamos a perderlo todo porque dejamos de reconocer Su señorío en nuestras vidas. El orgullo de Uzías lo hizo pensar por un momento que él era digno de entrar al Templo y quemar incienso a Dios, cuando la ley decía que esa tarea les correspondía exclusivamente a los sacerdotes. Uzías quiso tomar el lugar que no le correspondía porque después de todo él era rey y nadie podía decirle que hacer o no hacer. Cuando Uzías fue confrontado por los sacerdotes se lleno de ira de tal manera que le comenzó a brotar lepra de la piel. El gran Uzías se convirtió en el rey leproso porque permitió que el orgullo dominara su vida y lo alejara de Dios. No permitamos que el orgullo se adueñe de nuestro corazón, sino que busquemos a Dios en todo momento y reconozcamos que todo lo que hemos recibido nos ha sido dado por su gracia.

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