Monday, June 20, 2011

Dios Transforma Nuestro Lamento en Baile



¨El mismo día en que los enemigos de los judíos esperaban enseñorearse de ellos, sucedió lo contrario; porque los judíos se enseñorearon de los que los aborrecían.¨ Ester 9:1

Muchas veces nos cuesta aceptar o entender los planes de Dios para nuestras vidas. Quisiéramos que las cosas se hicieran a nuestra manera o por lo menos quisiéramos poder entender la manera en que Dios quiere obrar, pero la verdad es que tenemos que aprender a confiar en Él y saber que las cosas se hacen a Su manera. Mardoqueo quizá no entendía porque Dios permitió que el rey Asuero haya aprobado el decreto que señalo el día exacto en que serían exterminados, Ester quizá no entendía porque Dios no podía tocar el corazón del rey y hacer que él lo llamara a ella para no tener que arriesgar su vida. No lo entendían, pero aceptaban el propósito de Dios en sus vidas y confiaban en Él. En esas circunstancias hicieron lo único que se podía hacer: orar. A pesar de que Dios no obro de la manera en que ellos esperaban aún así confiaron en Él y esperaron su rescate. Mi padre ha pasado más de ocho meses sin poder hablar y se viene recuperando lentamente de un infarto cerebral que casi le costó la vida. Yo no entiendo porque ha tenido que pasar tanto tiempo y por qué Dios no lo puede tocar y sanar instantáneamente como lo ha hecho tantas veces. No lo entiendo, pero acepto los designios de Dios y confío en que Sus planes son perfectos y que Él tiene un propósito para todo. Solo nos queda arrodillarnos y confiar en que nuestro Dios todopoderoso nos va a librar a Su manera y a Su tiempo. Fue lo que hicieron Mardoqueo y Ester, no se desesperaron, se arrodillaron y oraron.

Dios comenzó a obrar y cumplir su propósito al hacer que Ester caiga en gracia delante del Rey y que esté escuchara su petición. Dios se había comenzado a mover e iba a hacer algo grande con su pueblo. Mardoqueo ya había experimentado una gran victoria personal al ver como su enemigo Aman cayo delante de él. La horca que Aman había preparado para Mardoqueo, fue usado en su misma contra. El tiro le salió por la culata. La gran casa que era de Aman le paso a pertenecer a la reina Ester. El mismo puesto que ocupaba Aman en la corte del rey (segundo en comando) le fue dado a Mardoqueo. Dios invirtió completamente la situación de los dos y levanto a su hijo para glorificarlo delante de todo el imperio Persa. Dios no deja caído a sus hijos, Él los levanta, restaura, y da mucho más de lo que esperan. Ester y Mardoqueo habían recibido la victoria personal pero aun quedaba luchar por el resto del pueblo ya que el decreto del rey estaba establecido y en pocos días el edicto se iba a cumplir. El rey le dio autoridad a Ester para que hagan otro decreto ya que el anterior no se podía cambiar y lo que hicieron fue darles permiso a los judíos de juntarse y defenderse ante el enemigo. Así fue como el día en que los judíos debían ser exterminados pasó a ser el día en que celebraron uno de los triunfos más grandes sobre sus enemigos. El día de lamento pasó a ser un día de gran gozo, ¨y los judíos tuvieron luz y alegría, y gozo y honra.¨ (8:16).

Dios ha demostrado a través de la historia que Su mano siempre está sobre sus hijos defendiéndolos y protegiéndolos. En el momento en que todo parece perdido, aparece la luz y la esperanza porque Dios llega en el momento justo para salvar a su pueblo. Si nos sometemos a la voluntad de Dios y dejamos que Él obre, la victoria va a llegar. Dios transforma nuestro lamento en baile. La fecha que debería ser recordada como una desgracia se convierte en la fecha de celebración y gozo porque Dios llega en el momento justo y trae salvación. Quizá no entendamos como el actúa o por qué permite que sucedan ciertas cosas, pero si aceptamos Su voluntad para nuestras vidas y aprendemos a confiar en Él entonces de algún lado llega su socorro. No es nuestro problema entender a Dios sino solo confiar en Él. Dios está en control de nuestra situación y de la enfermedad de mi padre y sé que en Su tiempo Dios va a hacer la obra. Nuestra tristeza se convertirá en gozo porque solo Dios puede hacernos atravesar el valle de lágrimas para encontrar paz, gozo, y alegría en ese mismo valle. Sus propósitos y sus planes son perfectos y nosotros no somos quienes para cuestionarlo. Como hizo con José, Dios nos hace fructificar en la tierra de nuestra aflicción; como hizo con David, Dios cambia nuestro lamento en baile.

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