Thursday, June 2, 2011

Una Difícil Decisión


¨Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a la obra.¨  Esdras 10:4

Esdras pudo experimentar la fidelidad y la protección de Dios durante su viaje de regreso a Jerusalén. Definitivamente la mano de Dios estuvo con él en todo tiempo y ahora una vez ya establecido en su ciudad era hora de comenzar con el ministerio en el templo. Para lo único que no estaba preparado el sacerdote era para enfrentar el hecho de que el pueblo aún estaba viviendo en pecado ya que la mayoría de los hombres habían tomado mujeres extranjeras por esposas. Dios había sido claro en cuanto a que su pueblo no se mezclara con otras razas ya que ellos eran parte de Su pueblo escogido, llamado a vivir apartados del pecado y en santidad. Las mujeres extranjeras solo serían un estorbo para ellos ya que adoptarían sus dioses e ídolos falsos. La caída de Judá se había dado por esta desobediencia a Dios ya que sus reyes tomaron a mujeres extranjeras y permitieron que ellas traigan sus ídolos a la ciudad para confundir al pueblo. A pesar del pecado de Judá Dios mostro su misericordia una vez más para con ellos al permitirles regresar a Jerusalén después de la deportación a Babilonia. El problema que se le presento a Esdras fue que a pesar de que el pueblo había experimentado la bondad de Dios, ellos continuaban viviendo en pecado. No habían cambiado sus hábitos, ni aprendido de los errores de sus padres. Cuando Esdras se entero de esto, su corazón se partió y se angustio en gran manera. ¡Cuántas veces hemos experimentado el perdón y misericordia de Dios, solo para continuar viviendo bajo el pecado y fallándole a Dios!

Esdras conocía muy bien el corazón de Dios y también conocía la historia de Judá ya que después de todo era un maestro. El sabía que la actitud de los judíos les iba a costar caro a la larga porque no habían aprendido de sus errores. A pesar de que Dios mostró su misericordia para con ellos, el pueblo continuó siguiendo sus propios deseos y desechando la voluntad de Dios para sus vidas. La caída de Judá no fue algo fortuito sino que se debió al pecado de su gente y Dios les estaba haciendo un llamado de atención para que cambiaran. Ahora una vez de regreso a su ciudad, los judíos tenían una segunda oportunidad para crecer y seguir los mandamientos de Dios, pero ellos tomaron por garantizada Su misericordia y continuaron viviendo como si nada hubiese ocurrido. Muchas veces nosotros tenemos esa misma actitud que tuvieron los judíos ya que experimentamos el perdón y la misericordia de Dios solo para continuar viviendo como se nos da la gana. Desechamos la ley de Dios y Su voluntad para nuestras vidas y continuamos viviendo a nuestra manera. Esdras sabía que Jerusalén no iba a durar mucho si ellos continuaban viviendo de esta manera por lo cual llamó al pueblo y los confronto con su pecado. Cuando los ojos de los judíos fueron abiertos, ellos reconocieron su pecado y tuvieron que tomar una decisión muy difícil: dejar a sus mujeres extranjeras. No es fácil seguir la voluntad de Dios ya que muchas veces tendremos que dejar muchas cosas que amamos para seguirlo a Él, pero si lo hacemos vamos a recibir su bendición. Dios quiere lo mejor para nuestras vidas y si nos pide algo es para nuestro bien.

La esperanza aún no estaba perdida. El pueblo le dice a Esdras que ¨a pesar de esto, aún hay esperanzas para Israel…Levántate porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a la obra.¨ (10:2,4). No todo estaba perdido porque la misericordia de Dios es grande y Él nunca desprecia un corazón humillado. El pueblo decide tomar la difícil decisión de dejar libres a sus mujeres extranjeras y despedirse de ellas para poder seguir la voluntad de Dios para sus vidas. La espiritualidad del pueblo fue restaurada porque hubo un cambio de actitud. Israel dejo a un lado su pecado y busco el perdón de Dios, de la misma manera hoy nosotros debemos dejar de lado nuestros deseos pecaminosos y buscar la guía de Dios para nuestras vidas. Él es misericordioso y no hay pecado que Él no pueda perdonar, pero debemos dejar el pecado de lado. Si caemos no nos quedemos postrados en el piso, sino recordemos que aún hay esperanzas porque la misericordia de Dios es grande. Él nos manda a levantarnos y esforzarnos para no continuar viviendo una vida en pecado. Dejemos que el poder de Dios se perfeccione en nuestras debilidades, descansemos en su misericordia, pero esforcémonos en seguir Su voluntad.

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