Monday, June 27, 2011

Round Dos Contra Job



¨He aquí, aunque Él me matare, en Él esperaré; No obstante defenderé delante de él mis caminos. Y Él mismo será mi salvación, porque no entrará en su presencia el impío.¨ Job 13:15

Es fácil para nosotros entender la situación que estaba viviendo Job ya que pudimos ver qué era lo que estaba sucediendo detrás de escena con la conversación entre Dios y Satanás, pero para Job no era nada fácil ya que estaba sufriendo graves aflicciones sin comprender por qué le había sobrevenido todo ese mal. Los amigos de Job tampoco eran de gran ayuda ya que lo único que hacían era juzgarlo con sus vanas palabrerías. El libro de Job es muy poético ya que sus amigos eran hombres sabios que gustaban de usar su rico vocabulario y cada uno se turnaba para convencer a Job de que declare su culpabilidad, pero este los refutaba con mayor sabiduría aún dejándolos en ridículo. Job sabía dónde estaba parado y estaba convencido en su inocencia. Las circunstancias afectaron su vida y le produjeron dolor, pero nunca hicieron que negara su fe en Dios. Job acepto la voluntad de Dios a pesar de que se quejo por no entenderla. Después de refutarle a cada uno de sus amigos sus elocuentes discursos y razones por las cuales él estaba atravesando este mal, ellos decidieron comenzar con un segundo round. Nuevamente sus tres amigos exponen sus argumentos para intentar hacer ver a Job que el único motivo por el cual Dios lo castigaría a él es porque ha caído en pecado y no ha buscado Su perdón. Job les dice de frente lo que siente al escuchar sus falacias: ¨Sois todos vosotros médicos nulos. Ojala callarais por completo.¨ (13:4-5)

El primero en comenzar con el segundo asalto de críticas nuevamente es Elifaz. A él no le cayeron nada bien las respuestas de Job y le dice ¨Tu boca te condenará y no yo; y tus labios testificarán contra ti. ¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios, y las palabras que con dulzura se te dicen?¨ (15:6,9). Fueron palabras aún más duras en contra de Job ya que Elifaz estaba convencido de que ellos estaban hablando por Dios. Muchas veces podemos confundir nuestro razonamiento humano con algo que Dios nos está diciendo. Esto fue lo que sucedió con Elifaz ya que él creía que sus palabras provenían de parte de Dios, pero la verdad que estaba hablando por sí mismo. Nuestra sabiduría humana no se compara con la sabiduría de Dios y si no tenemos cuidado con lo que decimos podemos terminar siendo ridiculizados. Nunca digamos que estamos hablando de parte de Dios si en realidad Él no nos ha dicho que hablemos. No confundamos nuestra sabiduría y razonamiento humano con la sabiduría divina de Dios. Job mismo se lo dice cuando Elifaz termino de hablar: ¨Consoladores molestos sois todos vosotros. ¿Tendrán fin las palabras vacías?¨ (16:2,3). Las palabras de sus amigas eran huecas. Estaban muy bien desarrolladas y eran elocuentes, pero no sirvieron de nada porque no provenían de parte de Dios. Job necesitaba consuelo, no ser juzgado. Job sabía que el único que lo podía consolar y salvar era Dios y que Él no estaba hablando a través de sus amigos. Job aún estaba convencido de su inocencia y no había nadie que le podía convencer de lo contrario.

Les llego el turno a Bildad y a Zofar para comenzar con sus segundos asaltos y ver si podían darle algún golpe a Job que lo hiciera recapacitar. Bildad le dice que los impíos siempre son castigados, dando a entender que Job está sufriendo aflicción debida a su pecado: ¨Ciertamente la luz de los impíos será apagada¨ (18:5). Bildad tenía razón sobre esto ya que los impíos llegaran a su fin, pero no siempre les llega su castigo en esta vida. Muchos impíos se mueren con muchas riquezas y siendo prósperos, pero lamentablemente no se pueden llevar nada con sí después de su muerte. Job sabía esto por lo cual le refuta una vez más su lógica a Bildad. Las riquezas en esta vida no sirven de nada porque son solo temporales, lo más importante es la vida eterna. Los malvados tendrán que vivir alejados de Dios y ese es el peor castigo que alguien pueda experimentar. Job les dice a sus amigos que no lo están ayudando en nada. Deberían estar ahí para consolarlo pero en vez de eso están intentando angustiar y señalarlo. Lo único que estaba pidiendo Job era un poco de compasión, pero sus amigos no supieron demostrarlo.  Aún así Job estaba confiado en Dios y dice estas hermosas palabras: ¨Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha está mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí.¨ (19:25-27).

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