¨En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia.¨ Esdras 1:1
Dios continuamente manifestó su fidelidad para con el pueblo de Israel a través de toda la historia del Antiguo Testamento. El demostró vez tras vez que cumple sus promesas. Jeremías ya había profetizado sobre los setenta años de la deportación a Babilonia, e inclusive Isaías había profetizado sobre Ciro y como Dios lo iba a usar para hacer regresar a su pueblo a su tierra. La palabra de Dios se cumplió al pie de la letra ya que después de setenta años en exilio, los judíos iban a poder regresar a Judá cuando Ciro decreto que los judíos podían regresar a casa a edificarle templo a Jehová. Le devolvió todos los utensilios del templo que habían sido robados y les abrió las puertas para que comiencen su viaje de retorno a su ciudad. Fue uno de los muchos milagros que Dios hizo para hacer volver el corazón de su pueblo hacia Él. A pesar de la constante fidelidad de Dios, su pueblo le fue infiel en muchas ocasiones y nunca pudo cumplir su parte del pacto. Debido al pecado, Judá fue exiliado a Babilonia, pero aún así Dios los trajo de regreso a casa mostrando su gran misericordia y paciencia para con su pueblo. Una vez en casa, los cincuenta mil judíos que decidieron volver decidieron edificarle un altar a Dios y adorarlo por su gran fidelidad para con ellos. El pueblo estaba alegre porque Dios una vez más demostró su misericordia y cumplió la promesa que les había dado por medio de los profetas. Lo primero que hicieron los judíos fue buscar el perdón de Dios y adorarlo.
Los judíos que decidieron regresar a casa tuvieron sentimientos encontrados ya que estaban gozosos por haber regresado a Jerusalén y poder comenzar con la tarea de reconstruir su ciudad, pero también estaban tristes al ver la gran destrucción de su una vez esplendorosa ciudad. El templo había sido uno de los edificios arquitectónicos más bellos y grandes de la época, era el orgullo de todos los judíos, pero ahora estaba en ruinas y debían comenzar a edificarlo desde cero. Sabían que iba a ser una tarea sumamente difícil e iban a requerir de mucho material y ofrendas, pero también sabían que contaban con la promesa de Dios de que volvería a habitar entre ellos si lo buscaban a Él con un corazón sincero y arrepentido. Con Dios todo es posible y sabían que juntos iban a poder construir Su templo. Lo mismo sucede con nuestras vidas espirituales. Dios promete venir a habitar en medio nuestro si lo buscamos y obedecemos, pero muchas veces el pecado termina destruyendo nuestras vidas y dejándola en ruinas. Buscamos satisfacción y placeres en cosas que terminan destruyéndonos y alejándonos de la presencia de Dios. Al igual que los judíos terminamos sufriendo una especie de exilio espiritual y parece que Dios está tan lejos de nosotros que nunca lo podremos volver a encontrar. Sin embargo en el momento en que nos humillamos y buscamos su rostro, Él viene a levantarnos y restaurar nuestras vidas. Dios quiere que volvamos a comenzar de cero y edifiquemos Su templo en nuestros corazones.
Cuando nos volvemos a Dios con un corazón arrepentido muchas veces la tarea de reconstrucción de nuestra alma no se da de un momento a otro. Tal como fue el caso con los judíos y la construcción del templo de Dios, el proceso es largo y a veces doloroso. Hay cosas con las que todavía tenemos que lidiar en nuestras vidas; debemos limpiar cualquier impureza que la consecuencia del pecado ha dejado en nuestros corazones. Antes de que llegue Dios a nuestras vidas nuestros corazones estaban destrozados, pero cuando Él llega viene a limpiar nuestras vidas y quiere que comencemos a edificarle una casa a Él donde pueda habitar. Quiere que limpiemos nuestro corazón y comencemos a edificarle una habitación a Él, y eso solo se logra intentando vivir en santidad y obediencia hacia Él. Muchas veces nos va a costar limpiar muchas de las marcas que el pecado ha dejado en nuestras vidas, pero Dios es fiel y paciente y promete estar a nuestro lado durante la ardua tarea de reconstrucción. Dios quiere que nuestras vidas reflejen Su gloria y para ello debemos buscar agradarlo en todo y dejar que Él vaya puliendo todas nuestras impurezas. El esplendor del templo de Jerusalén puede ser reconstruido, no todo está perdido si dejamos que Dios obre a través nuestro. Los judíos sabían esto por lo cual hubo gran júbilo cuando llegaron a Israel y estaban listos para comenzar con la tarea. La misericordia de Dios es grande, no hay corazón que Él no pueda reparar, solo debemos volvernos a Él y dejar que comience con la reconstrucción de nuestra alma.
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