Wednesday, May 11, 2011

Judá Sigue los Pasos de Israel



¨Por cuanto oíste las palabras del libro, y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Jehová…y lloraste en mi presencia también yo te he oído, dice Jehová.¨ 2 Reyes 22:18-19

Ezequías había traído un avivamiento para el reino de Judá, pero con su muerte el movimiento llego a su fin ya que su hijo, Manasés no anduvo en el camino de Jehová. Todo lo bueno que había construido Ezequías fue derribado por su hijo quién volvió a edificar los lugares altos, levantó altares a Baal, Asera, e inclusive a los astros. Ezequías le había enseñado a su pueblo a temer a Dios, pero su hijo no aprendió la lección y el avivamiento llegó a su fin cuando Manasés quebró los mandamientos de Dios e incito a su pueblo a volver al pecado. Dios había librado a Judá del cautiverio durante el reinado de Ezequías pero ahora por la maldad de Manasés decreto que vendría mal sobre la ciudad. ¨Y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, que se friega y se vuelve boca abajo. Y desampararé el resto de mi heredad, y lo entregaré en manos de sus enemigos.¨ (21:13-14). Después de la muerte de Manases, su hijo Amón continuo llevando a Judá hacia su ruina sin embargo el juicio de Dios iba a ser demorado cuando un niño de 8 años llega al trono. Amón solo reino dos años en Judá porque hubo un complot y fue asesinado. Su hijo Josías de tan solo 8 años iba a acceder al trono y traer un nuevo avivamiento para su nación. La edad no es un impedimento para servir a Dios, ya es la segunda vez que un niño llegaba al trono de Judá y comenzaba un avivamiento grande en la nación. Josías detuvo el juicio de Dios sobre Judá por un tiempo más y su generación fue salva gracias a que había vuelto a su nación a Jehová.

A los 18 años Josías mandó limpiar el templo de Jehová que había sido olvidado durante el reino de sus padres y durante la limpieza el sacerdote Hilcías encontró el libro de la ley de Dios que había estado perdido por años. Le leyeron el libro a Josías y este enseguida se arrepintió de todo el mal que había hecho su pueblo ya que reconoció que no habían estado caminando bajo Su voluntad. Josías se humillo delante de Dios, buscó su perdón, y Dios le prometió que mientras él este en el trono no vería todo el mal que había declarado contra Judá. Josías hace unas grandes reformas en Judá limpiando el Templo, quitando todos los ídolos en la nación, e inclusive festejando la pascua a nivel nacional que no se había hecho desde el tiempo de los jueces en Israel. Así como Manases y Amón habían hecho olvidar todo lo bueno que había construido Ezequías, ahora Josías borro todo el mal que habían hecho sus padres y había vuelto el corazón de su pueblo hacia Dios. El juicio de Dios sobre Judá ya estaba dictaminado, pero Él mostro su misericordia para con la generación de Josías porque Dios es celemente para con los que buscan su rostro y se humillan delante de Él. Josías heredo el trono durante un tiempo turbulento en Judá pero a pesar de su corta edad le fue bien porque busco a Dios y se sometió a Su voluntad. ¨No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual.¨ (23:25).

Tras la muerte de Josías el juicio de Dios iba a llegar sobre su nación porque su hijo no siguió los caminos de su padre. Joacaz volvió a adorar a los ídolos y no tuvo el corazón que tuvo su padre para con Dios. Josías trajo un avivamiento para Judá pero de alguna manera no había podido transmitir eso a su hijo. Dios es un Dios personal y no podemos recibir salvación por lo que hayan hecho nuestros padres, sino que cada uno tiene que responder ante Dios. Tampoco importa lo mal que hayan actuado nuestros padres, nosotros no respondemos por sus pecados. Cada uno tiene la oportunidad de buscar a Dios y acercarse a Él porque Dios es un Dios que busca relacionarse con cada uno de nosotros. Después de Josías no hubo otro rey en Judá que buscará a Dios y por lo tanto el juicio de Dios llegó sobre la nación que fue conquistada por el imperio babilónico. Ni Joacaz, ni Joacim, ni Joaquín buscaron a Dios durante sus cortos reinados y experimentaron muchas derrotas como consecuencia de su pecado. No cuidaron la casa de Dios sino que fue saqueada y los muros de Jerusalén derribados y su gente fue llevada cautiva a Babilonia. Nosotros también somos llamados a guardar nuestros cuerpos, la casa de Dios, y mantenerla limpia para que Él habite en nosotros. Debemos guardar nuestros corazones de toda impureza que pueda contaminar su casa porque tarde o temprano terminaremos como la ciudad de Jerusalén: desolada y destruida. La razón por lo que hay tantos corazones rotos hoy en día es porque no han buscado a Dios para que venga a habitar en sus vidas, pero Él está dispuesto a restaurarnos si dejamos que Él limpie su casa.  

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