¨Más sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no lo harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?¨ 2 Reyes 5:13
Eliseo siguió los pasos de Elías una vez que este fue arrebatado por Dios, haciendo grandes milagros entre su pueblo. El profeta quizá no hizo milagros tan públicos como lo hizo Elías, pero aún así era reconocido por los israelitas ya que habían escuchado sobre las cosas que había hecho en el nombre de Dios. El libro de Reyes nos relata algunas de las manifestaciones de Dios a través de Eliseo, como cuando una viuda se le acerca al profeta y le pide ayuda porque su marido la ha dejado con dos hijos y muchas deudas. Eliseo le dice que pida muchas vasijas vacías de sus vecinos y que las llene con el poquito de aceite que aún le quedaba en la casa y con ese aceite lleno todas las vasijas, y vendió el aceite para pagarle a sus acreedores. Eliseo también oro por una mujer sunamita que no podía tener hijos y al año siguiente le nació un hijo. Al poco tiempo después ese niño falleció y Eliseo lo resucitó demostrando una vez más el poder de Dios. No había problema demasiado pequeño que el profeta no pudiera resolver haciendo incluso que un hacha flote en el agua cuando a uno de sus compañeros se le cayó mientras cortaba un árbol. No hay peticiones insignificantes para Dios, Él está interesado en cada uno de nosotros como individuos y está en control de todo lo que nos sucede, tanto los grandes como los pequeños detalles de nuestra vida. Con estas señales el profeta fue ganando fama en medio de Israel.
Durante este tiempo los sirios eran los principales enemigos de Israel. Uno de los generales del ejército del Rey de esta nación enemiga se llamaba Naamán, pero este cayó enfermo con lepra. Naamán era muy querido por el Rey sirio y buscaron todos los medios para que el general pudiera recuperarse de esta terrible enfermedad. Un día una de las sirvientas del general que había sido traída cautiva por los sirios de Israel se acerco a Naamán y le conto de las proezas que había realizado el profeta Eliseo. El general le contó al Rey sobre lo que le dijo la muchacha y este lo envío al Rey de Israel para que lo sanen de su enfermedad. Cuando llego Naamán ante el Rey israelita para recibir sanidad, el Rey rasgo sus vestidos creyendo que los sirios estaban buscando una excusa para atacarlos porque sabía que no podía sanarlo a Naamán. Cuando Eliseo se entera de esto le dice al Rey: ¨ ¿por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.¨ (5:8). Naamán llega a la casa del profeta y esperando ser recibido por Eliseo, en cambio es recibido por su siervo quien le manda un mensaje diciendo que se sumerja siete veces en el Rio Jordán y será limpio de su lepra. Naamán, un general del ejército, alguien que tenía mucho poder esperaba que este profeta viniera personalmente y lo sanara, pero en cambio simplemente manda su siervo y lo manda a lavarse en uno de los ríos más sucios de la zona. Naamán estaba furioso, acostumbrado siempre al buen trato y a que la gente lo respetara, ahora se sintió menospreciado por el profeta. Sin embargo los sirvientes del general lo convencen de que haga lo que le pidió el profeta y deje a un lado el orgullo y Naamán accede y recibe su sanidad.
Naamán creía que iba a recibir su sanidad instantáneamente cuando el profeta orara por él o lo tocara, pero nunca se imagino que lo mandaría a sumergirse en uno de los ríos de Israel habiendo muchos ríos mejores en su tierra. Lo que le estaba pidiendo el profeta no tenía sentido. Para eso se hubiera quedado en Siria y bañado en uno de los ríos de allá. Menos mal que el general tenía sirvientes que le aconsejaron a obedecer lo que le pidió Eliseo que en realidad no era muy complicado. Tal vez no tenía sentido lo que le estaba pidiendo, pero así es como funciona la fe; hacemos las cosas por obediencia aunque a veces no entendamos por qué. Naamán hizo la prueba, probo a Dios y fue sanado. Si nunca has experimentado la mano de Dios en tu vida inténtalo una vez, pruébalo y verás que Su poder se manifestara en tu vida si obedeces a Su palabra. Quizá Dios no haga las cosas como nosotros esperamos, pero sus caminos son mejores que los nuestros y si nosotros nos sometemos a Su voluntad y lo obedecemos veremos los grandes milagros operar en nuestra vida. Solo es cuestión de dejar nuestro orgullo y razonamiento de lado y someternos a la Palabra de Dios. No es cosa difícil lo que pide Dios de nosotros, simplemente que sigamos Su voluntad para nuestras vidas. Si nunca lo has intentado antes entonces no tienes nada que perder, simplemente zambúllete en el río de Dios y deja que su poder fluya a través de ti.
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