¨ ¿No sabéis vosotros que Jehová Dios de Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos, bajo pacto de sal?¨ 2 Crónicas 13:5
Después del reinado de Roboam su hijo, Abías, heredo el trono. Los enfrentamientos que habían comenzado entre Israel y su padre continuaron con él pero con la diferencia que Abías se había apropiado de la promesa dada por Dios a David de que su descendencia reinaría para siempre. Abías sabía que contaba con el respaldo de Dios y su esperanza estaba puesta en su promesa. La guerra entre Israel y Judá había comenzado y a simple vista los Israelitas eran los favoritos porque doblegaban a los judíos con un ejército de ochocientos mil hombres frente a cuatrocientos mil. Sin embargo Abías contaba con la promesa de Dios y había puesto su esperanza en Él. El rey nunca se dejo intimidar por el ejercito numeroso de Israel, más bien estaba confiado en que lograrían la victoria de la mano de Dios. Antes de la batalla el rey judío se levanta y advierte a los israelitas de su mal camino y que pagarían por su rebelión contra Dios. ¨ ¿No habéis arrojado vosotros a los sacerdotes de Jehová y os habéis designado sacerdotes a la manera de los pueblos de otras tierras? Mas en cuanto a nosotros Jehová es nuestro Dios, y no le hemos dejado. Oh hijos de Israel, no peleéis contra Jehová el Dios de vuestros padres, porque no prosperaréis.¨ (13:9-10,12). Hay que tener muchas agallas para pararse frente al enemigo que te doblega en número y declararles que van a ser derrotados antes de comenzar la batalla, pero Abías estaba seguro de que triunfarían porque tenía una fe y confianza ciega en su Dios.
Cuando Dios promete algo lo cumple; Abías sabía que la victoria estaba ganada antes de comenzar la batalla. ¡Oh, si tan solo nosotros tuviéramos esa misma certeza de que Dios ya nos ha dado la victoria no tendríamos de que preocuparnos! Confía en sus promesas porque Él es fiel; no te dejes intimidar por las circunstancias o porque el enemigo es más numeroso porque a Dios le encanta obrar a través de nuestras limitaciones. Abías obtuvo la victoria y el precio que pago Israel por su rebeldía fue alto. Los israelitas tuvieron que huir porque la mano de Dios estuvo con los judíos y ese día perdieron quinientos mil hombres. Nunca más se enfrento Israel ante Abías. A pesar de esto el corazón de Abías no fue recto ante Dios y solo estuvo en el trono durante tres años, pero Dios levanto a su hijo Asa como rey el cual busco a Dios con todas sus fuerzas. Asa fue el autor de varias reformas religiosas en Judá quitando todos los ídolos y lugares altos y mandando que el pueblo busque a Jehová y siga sus leyes. Judá tuvo paz debido a que Asa busco a Dios y fueron prosperados como nación, pero al cabo de diez años el rey iba a tener que enfrentar su primera gran prueba. Los etíopes se habían levantado contra Judá con un ejército de un millón de hombres. Si Abías siendo malo pudo derrotar a Israel simplemente por confiar en la promesa de Dios ¿quién iba a impedirle a Asa la victoria frente a este ejército multitudinario?
Antes de enfrentarse a los etíopes Asa pone su confianza en Dios: ¨ ¡Oh Jehová para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos oh Jehová Dios nuestro porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos con este ejército. Oh Jehová tu eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre.¨ (14:11). Judá obtuvo la victoria y destrozaron al ejército enemigo porque habían puesto su confianza una vez más en Dios y no en sus propias fuerzas. Nuevamente a Dios le place mostrar su poderío ante nuestras limitaciones humanas. Él fue el que le dio la victoria a Judá porque permitieron que el Señor los perfeccione en medio de sus debilidades. A pesar de las grandes victorias que obtuvo Asa y de su corazón perfecto para con Dios, cometió un error cerca del fin de su reinado. Cuando los israelitas sitiaron una de sus ciudades, Asa busco ayuda en el rey sirio e hizo alianza con ellos en vez de apoyarse nuevamente en Dios como lo había hecho en las ocasiones anteriores. Israel tuvo que huir debido a la alianza, pero Asa fue reprendido por haberse apoyado en una nación pagana y no permitir que Dios muestre su poderío una vez más. ¿Qué actitud tomamos nosotros cuando tenemos que enfrentar una situación que aparentemente no tiene solución? ¿Buscamos a Dios? ¿Nos apoyamos en sus promesas? ¿Permitimos que Él muestre su poderío a través de nuestras limitaciones? No permitamos que el enemigo nos atemorice frente a los problemas, sino pongamos toda nuestra confianza en Dios quien no dejara que nuestro pie resbale. ¡Dios cumple lo que promete!
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